Participantes *Zepol**Egon***cromática****hugodemerlo
Una cenicienta bien Chévere
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Había una vez un rey que tenía una linda princesita llamada MAGNOLIA, hija única de su matrimonio con una tal Mónica Cenicienta Lewinsky, quien murió en las labores del parto.
El Rey, melancólico y carente de amor, volvió a casarse. Tenía un sentido común bastante malo, era falto de criterio y algo desnivelado, lo cual fue evidente cuando escogió por esposa a una viuda, verdadera viuda negra que incluía en el paquete a dos hijas, Brunilda e Hildegunda, malas como un alacrán paranoico, y feas como un cangrejo con paperas. Y al igual que muchas personas favorecidas con dinero que nunca sudaron, eran creídas, presuntuosas y envanecidas a tal punto que montaron un negocito para embotellar su pipí y venderlo como colonia de ángel.
Magnolia, algo despistada como su difunta mamá que dejaba tirados aquí y allá las pantaletas, los zapatos y hasta las llaves de la carroza real, pronto fue confinada a las peores habitaciones del castillo y terminó haciendo de sirvienta honoraria de sus hermanastras, las que con mezcla de sadismo y voluptuosidad enfermiza se regodeaban en hacerle sentir su condición de noble venida a menos.
Un día llegó un heraldo del castillo vecino portando una invitación para un concierto bailable. Sin pensarlo dos veces, las hermanastras se emperifollaron y se marcharon al baile mientras Magnolia se quedó en la cocina, llorando, lamentándose y acrecentando su ambivalencia afectiva, amor-odio, hacia su madre por haberla dejado huérfana, desamparada y en manos de aquellas arpías.
De repente, un fogonazo ilumina las paredes de piedra, se escucha un desagradable chirriar de frenos y en medio de una humareda verde amarela se aparece un Hada montada en una moto Chopper. Hay que mencionar, porque a la gente le gusta el chisme, que esta Hada era hija natural de aquella que una vez ayudó a Mónica Cenicienta.
-Hi Rocío, qué ondas? Soy Hada Cienfuegos, madrina de profesión, miembro activo del Club de Damas de Compañía. ¿Por qué estás moqueando?
-No pude ir al Palace-concert. ¿Puedes llevarme en tu moto?… (Sollozos)
-¡Chévere!
-¿Se puede? ¡Sos lo máximo! Pero espera, yo quisiera ser la cantante de la banda que ameniza el baile.
-¡Chévere!
-¿Y me podrías conseguir ropas de rockera y tatuajes en los brazos?
-¡Chévere!
-¿Y una rosa con alas, tatuada en la colita?
-¡Chévere!
-Me gustaría un look gótico semejante al de la anciana Cher y el movimiento de caderas de Shakira
-¡Chévere!
-Y una guitarra Golden-Lamborghini-X-857 con cuerdas de nylon y ciento cincuenta efectos de distorsión!
-¡Chévere!
-Óyeme, pudieras dejar de masticar chicle y de repetir lo mismo?
-¡Chévere!
Hada Cienfuegos saca su varita (la que recién compró en la venta de garaje de un tal Harry Potter), le pega en un extremo, con chicle, una estrella plateada y en un abracadabra pim pam pum convirtió a Magnolia en un esperpento punk, con toques de merenguero y motoquero juntos y revueltos.
La cara de felicidad de la muchacha cuando se vio reflejada en un balde de agua (en la cocina no había espejos, hay que ser congruentes con la historia) era digna de Sergio Ramos cuando mete gol.
-Fabuloso Hada. ¡Te mandaste! ¡Me llega como me has dejado! Ahora solo me hace falta la banda… Porque… me vas a dar una banda, verdad?
Hada Cienfuegos pone cara de preocupación.
-¿Y ahora qué? ¿Algún problema? No me digás que sos un hada pirata.
- Don güorri, mi nena. Nada que la tecnología no pueda resolver. Tené en cuenta que a mis años ya me ronda el alemán y de momento se me ha olvidado el hechizo para hacer bandas de rock, pero ahorita lo bajo… Lo tengo apuntado en mi Facebook.
Hada saca su celular, se conecta a Internet y baja la fórmula. Luego, de sus dedos sale un rayo azul, rojo y verde limón chisporroteante que impacta en un par de gatos flacuchentos y en tres gallinas con accidente que estaban esperando turno para convertirse en cena, y zas, tenemos banda.
¡Y fiesta! Qué digo fiesta, un destrabe escandaloso, desvergonzado y turbulento digno de los romanos en sus mejores días o noches.
**
Por aquí unos hombres con la cara untada de brea en lugar de los pertinentes polvos de talco peleaban con los gatos vivos que llevaban en la cabeza a modo de peluca. Por allá, las propias Brunilda e Hildegunda hacían una demostración insitu del secreto de su colonia y no paraban de extraer frasquitos por debajo de sus miriñaques para delicia de un público que aplaudía enfervorecido la ocurrencia. Por acullá, las mujeres aguardaban su turno para batirse en un pulso con el príncipe del castillo, algo afeminado y que siempre perdía, provocando una contagiosa hilaridad ante cada nueva humillación. Fue el rey que sentado al fondo de la sala sin que nadie le prestara atención, pudo ver a través de sus ojeras la entrada de los nuevos invitados y asombrado, se alzó intrigado provocando la curiosidad de todos los asistentes que inmediatamente fueron guardando silencio tan pronto iban dirigiendo su mirada en la misma dirección que el rey.
El cortejo era abierto por Hada Cienfuegos, que avanzaba canturreando “chévere-chévere-cha-cha”, sacudiendo las caderas con cada “cha-cha” emitido. Le seguía, Magnolia, que con su apariencia andrógina e intemporal, no paraba de provocar exclamaciones de admiración y sorpresa. “Si no fuera porque no sé quién es Lady Gaga, diría que es ella”, se repetían los unos a los otros. Y cerraba el cortejo la banda de música, sólo cinco enanitos dado que el par de gatos y las tres gallinas no daban para los siete.
- Pibe, ¿cómo llegamos aquí? – le comentó el que parecía Gruñón a Sabio.
- No sé. Lo último que recuerdo fue veros a vos con la soga al cuello.
- Yo aún noto el tacto de la cuerda – intervino con cautela Feliz mientras lanzaba miradas de recelo en todas direcciones.
- Pues yo lo que noto son unas inexplicables ganas de lamerme el orto – dijo Romántico mientras se daba lengüetazos en el reverso de la mano.
- Calláte chiflado – atajó Gruñón.
- Esperáte que allá al fondo creo ver al rey que nos ordenó ahorcar.
- Es cierto y a su lado, la loca que le convenció porque nuestro concierto no fue de su agrado.
- Mirad nomás los instrumentos que tenemos – dijo Sabio conteniendo a duras penas su nerviosismo. Y ahí, dentro del estuche del violín, pudo ver un Subfusil Thompson modelo 1921 de cargador de tambor reluciente que hubiera hecho las delicias de Al Capone.
Hada Cienfuegos se paró en ese instante junto al altar que parecía hacer las funciones de escenario, y sonriendo, les invitó a subir. Magnolia se sabía observada, admirada, deseada, y un filete que formaba parte de su vestido, al resbalarle mientras subía por la escalera, estuvo a punto de hacerle tropezar. Se rehízo con la misma suficiencia, tomo el micro con rabia, dio un grito que logró acoplar los altavoces y quedó esperando a que sus cinco enanos tomaran posiciones.
- Ya sabés, chévere-chévere-chá-chá – llegó a decir el Hada mientras sonreía moviendo sus manos de un lado a otro.
***
En un juego espectacular de luces, entre detonaciones de fuegos de artificio, sonidos estrepitosos y vibraciones, Cienfuegos movió su varita y el chicle se despegó, volando con la estrella plástica por los aires, hasta ir a dar a la cabeza de un ex Presidente canoso que había venido de incógnito a ver el concierto. Luego, el hada comenzó a diluírse no antes de advertir a: Magnolia, “no olvides.... volverás a tu estado natural, los gatos a sus tejados y las gallinas a las hornacinas de inducción en menos que cante el gallo.... o sea, baby... apura el tema porque quedan... ¡sólo 45 minutos para las doce! ah... y trata de n perder los zapatos. son de cristal, me los prestó una tal Cenicienta, la conocí en un libro apolillado de la biblioteca de mi tatarabuela y como no me los quiso prestar, se los quité. Pero la tátara se enteró y no quiero rollos: los tengo que devolver.
- Pero Cienfuegos, tres cuartos de hora no serán suficientes para dar mi concierto! eres un hada súper out! al diablo mis aspiraciones de romper guitarras, tirar balas al aire e impresionar al jurado de américan idol que anda de paisano por el baile en palacio!
Entre sus chillidos y antes de que pudiera darse cuenta, un rayo azul plata que partió en miles de pedazos la bola de espejos del centro de la sala de bailes, envolvió completamente a Cienfuegos... que desapareció. Se esfumó. Se snifó.. ah, no ese era otro cuento.
Magnolia miró en torno suyo y sintió miedo. La banda notó los nervios de la muchacha y uno de ellos tomó la i niciativa de darle ánimos.....
- Eh, Magno, tudo bem, le dijo Sabio, que entre otras cosas era políglota. ¡Saldrás airosa! ya verás. Sino, siempre podemos usar el Thompson.... por vos, cualquiera, baby! además si no te sale ninguna canción, tocamos ay sieutipegu, o llamamos a David Gheta, que está actuando en la sala ochenta y tres.
Pero Magnolia no podía entonar ni un acorde... algo dentro suyo comenzó a romperse en pedazos.
Los enanos notaron que los asistentes empezaban a ponerse nerviosos fustigando a la banda primero, con sus murmullos, que se fueron transformando silbidos, para terminar en gritos desaforados.
“fiuuuuuuuuuuuuuuuu, fuera, ridícula, andá cociná los filetes que te cubren el cuerpo y ponéte una taberna para dar de comer a los enanos que te acompañan y a todas sus familias.....
las quejas fueron apagadas por una musiquilla pegadiza que comenzaron a surgir de un extremo de palacio, y entre el gentío, empezó a abrirse paso un mapache, seguido de un león, cantando:
- Yo quiero marcha, marcha, yo quiero marcha marcha, yo quiero marcha marcha... yo quiero ¡marcha!
Tras ellos una enorme rinoceronte, giraba sobre sí misma, hacía plies, deteniéndose para quedar parada en primera, bajar su enorme anatomía y darse impulso para elevarse en un croisé devant, girar y menearse hasta alcanzar une cabriole.... en cada caída, todo el palacio temblaba como si fuese a ser víctima de un terremoto
- oye tú, gorda apestosa, en qué plan vienes a quitarme protagonismo?
mientras decía ésto, Magnolia escuchó a su espalda una voz que le susurró
“yo la he enviado, hija... estoy muy arrepentida de mi pasado y quiero ayudarte, por eso te envié a éstos para distraer al personal y que pudieras escapar”
- pero maaaaaaaaaa... encima que me dejas sola desde el parto, sumida en la fama que no puedo sacarme de encima por tu oscuro pasado, que tengo que aguantar, cada vez que vocalizo, que me suspendan las becas porque me amenazan de intentar generar una crisis de gobierno.... no puedo usar ningún vestido que no sea puesto bajo la lupa del cuerpo forense buscando manchas del funcionario de turno, hasta las de helado de pistacho fueron confundidas con un escupitajo de un negrito que tiene sus abuelos en Africa y una mujer que hace hula hoop en el jardín de una casita blanca... ahora venís y me mandas esta ridícula panda animal para que me ayude? mejor házte humo, quieres?
Mónica hizo dos pasos hacia atrás y desapareció.
Magnolia cogió el micrófono, abrió la boca de tal guisa que la atención volvió a ella de inmediato antes aún de haber emitido una sola nota... y comenzó a cantar.
El espíritu de lewinensco se hizo presente en el escenario: Magnolia tenía una voz gutural, profunda, digna de una remake de Calígula. pero su don no era la música, sino la reacción que iba generando en quienes la escuchaban... Su voz era miel que se deslizaba en las partes más íntimas, aceite corriendo por la espalda con olor a almizcle, chocolate derritiéndose en las manos para acariciar el vientre.... las mujeres empezaron a menearse en contoneos suaves y excitantes, mientras los hombres, incluidos los enanos, sentían como su virilidad se iba integrando a la voz de Magnolia.
El clima se fue haciendo más y más intenso y fue entonces cuando el Principe se dio cuenta que esa era la mujer que quería a su lado: ella conseguiría tantos hombres, que alcanzarían para los dos....
Cuando Magnolia finalizaba los acordes de voulez vous couchez avec moi ce soir, una mano la arrancó del escenario y la condujo por una serie de pasillos, laberintos, escaleras, azoteas, mazmorras, para llegar finalmente a un jardín en el que cientos de cuadrículas perfectas que desembocaban en un manantial del que manaba agua de colores, rodeado de flores de diferentes especies, árboles cargados de frutos exóticos, todo ello suspendido en medio de una especie de niebla que emergía del agua, con aromas que penetraban los sentidos y despertaban deseos irrefrenables, a la vez que generaban una sensación de placidez que Magnolia no conocía hasta entonces.
- Bueno, bueno, bueno, así que tú eres la hija de Mónica... mira tú por donde venimos a encontrarnos.
La voz del príncipe le sonó pastosa y repelente.
- sí, yo soy Magnolia, y si no tienes nada mejor que hacer, déjame seguir con mi concierto, men, que en un cuarto de hora se termina mi tiempo para mostrar mi talento, puede que sea mi única oportunidad de participar de american idol... oh, yet, mariquita... déjame en paz, quieres?
cuando intentó avanzar, dos cachas de metro noventa y nueve con cincuenta vestidos al mejor estilo meninblack la levantaron en el aire y la sentaron delante del príncipe.
- tu talento ha quedado muy claro con una sola canción, no te hará falta concurso alguno. quiereo que seas mi esposa.
- tu qué? estás chapa, macho! no tengo la menor intención de casarme y menos con un hombre
- justamente, ese es el punto, cabroncita.... eres un excelente partido para mí
- partidos tendrías que jugar, y de fútbol americano, a ver si alguien te hace hombre, le espetó Magnolia. - déjame irme ya, que se me termina el tiempo y luego tendré que aguantar a mis hermanastras si no estoy en la cocina cuando lleguen, tengo que agradecer que, entusiasmadas en la venta de su esencia de ángel no se hayan percatado de mi presencia.
- enciérrenla en la mazmorra! gritó el príncipe a los guardaespaldas.
Un ruido atronador se fue haciendo cada vez más nítido: Kevin, desocupado desde la sobredosis de la última de sus protegidas, irrumpió en el jardín persa en un AEGT 700... levantó a Magnolia en el aire, la subió al coche sin moverse de su asiento y dejó al príncipe y sus cachas mirando el polvo que, a su paso, había dejado el bólido.
_: Idiotas, revisad el jardín a ver si al menos se le ha caído un zapato! o los dos... y con voz aguda, frotándose las manos de uñas esculpidas, agregó “siempre soñé caminar sobre zapatitos de cristal”
Magnolia no salía de su asombro...
. Kevin, qué haces aquí?
- Tu madre me ha mandado....
- Pero cómo pudo enviarte mi madre, esa perra, si está muerta y bien muerta
- Ay, Magnolia, cuántas cosas te quedan por saber aún! no volverás a casa de tu madrastra, con el éxito de ventas de tus hermanastras ese sitio apesta.
.-. Y donde iremos?
- Ajústate el cinturón de seguridad.... y disfruta el viaje.
- Chévere! dijo una voz a sus espaldas
Magnolia giró hacia la luneta, de la que emergía la voz, y vio un yorkshire con la cara de Cienfuegos...
.-Eh, tú, me has dejado colgada! ¿dónde diablos te habías metido!
- Olvidé el conjuro y mira... quedé así, baby, donguorri
- bijapi, dijo Kevin
Los tres rieron mientras, en el reproductor del coche, los redjotchilipepers kalifornikieyaban a tope.
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De repente el auto levantó vuelo, se escucharon unas explosiones seguidas de una ráfaga de luces y desapareció en el cielo.
Guayyyy! Hada Cienfuegos, ¿este no es el DeLorean de volver al futuro?
¡Si mi niña, se lo robe a un loco científico parecido a Larry el de los tres chiflados, y un pibe
Que no dejaba de romper las bolas contando lo boludo que era el padre…así que me robe el auto y de paso los convertí en los dos enanos que la faltan a Blancanieves!
¡Que chévere! ¿ y a donde vamos?
¡Al reino de Anillaco, el patilludo del Rey se está mandando un fiestón, y ya se fueron todos para allá!
¡Chévereeeeeeeee!
Llegaron al castillo del Rey Carlo I de La Rioja, y estacionaron el DeLorean al lado de la Ferrari del Rey.
Cuando llegaron, en la puerta estaba Erman Gonzalez pidiendo las entradas, Hada Cienfuegos lo tocó con la varita y lo convirtió en Domingo Cavalo
¡Hay no, me equivoqué, este es peor!
El pelado del susto salió corriendo en dirección al valle de Talampaya (nunca mas se vió
Los recién llegados al ingresar al palacio no podían creer la festichola que se estaban mandando, el Rey bien cholulo que es, se acercó y les dio la bienvenida.
¡Pero por diooo, hada cien fuegos, Magnolia, pasen a mi fiestita, esta todo pago, pagaron todos los Argentinos, eaeaeaeaea!
¡Chévere pana Carlo! Dijo Hada Cienfuegos
¡Pónganse cómodas, ahora les mando a la Ceci con unos canapés!
La fiesta era impresionante, bolas de espejos gigantes por todos lados, maquina de humo, de burbujas y rayos láser convertían al castillo en la envidia del CCP bailable de Moreno.
A lo lejos vieron a Blancanieves bailando con uno de los enanos, los otros seis estaban debajo del vestido, se notaba por la flor de sonrisa que llevaba Blanca.
Más allá Caperucita bailaba con un tal Robin Wood, arquero de los bosques de Sherwood, que le hablaba al oído
¿Dime Caperucita tu no tienes que estar de rojo? (la nena llevaba puesta una minifalda de cuero negra con tachas, medias caladas, tacos altos y un escote hasta el ombligo)
¡No Robin, ese es el traje de los domingos para ir de mi abuela!
¡Que Chévere!
¿Y dime Robin..así que eres arquero…en donde atajas?
¡No de esos arquer…ma si, y bueno como soy del bosque atajo en Gimnasia!
¿Atajas para el lobo? ¡Traidoooorrrrr, mi abuelita tenia razón!
Y comenzó a pegarle y correrlo por el castillo.
En un rincón estaba Bella…durmiendo por supuesto, y un sapo borracho quería besarla para volver a ser príncipe.
La bruja malvada no dejaba de romper espejos, ninguno le contestaba si ella era la más linda.
En el reservado, no dejaban de tranzar Hansel y Gretel, mientras el Rey Carlo se sacaba fotos con Hada Cienfuegos y Magnolia, para la revista Caras de Agosto.
DJ Cuento, pasaba música de joda, y se largo la cumbia villera nomas, uno de los enanos debajo del vestido comenzó a cantar ¡Bellaaaaaaaa,se te ve la tangaaaa!
Hada Cienfuegos sacó a bailar al el Rey Carlo I de Anillaco, y cenicienta Magnolia se puso a bailar con el gigante de Gulliver, Magnolia le llegaba ya saben donde, y Haciéndole Honor a Mónica, se dejó llevar por el legado de familia.
Todo era una joda, y dale que te dale nomás, hasta que las campanas del reino tocaron las doce…tan,tan,tan,tan.
Magnolia largó a petete Gulliver y empzó a correr por todo el castillo
¿A donde vas corriendo pana?! Le gritó Hada Cienfuegos
¡Son las doce, según el cuento tengo que salir rajando!
¡Que Chévere!
¡Pero mi niña, eso era antes, con la nueva tecnología, ahora el hechizo dura mas de doce horas, mi varita usa pilas Duracell! Chévere, Chévere!
¿En seriooooo, joyaaaaa! Gritó Magnolia, y volvió a la pista, (con petete Gulliver)
Y colorín colorado los cuentos nunca acabaron, (Gulliver si)
Y siguió la joda toda todita la noche.
En la súper fiesta bien Chévere, Chévere. Cha,Cha,Cha.
FIN
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