- Había una vez…hace mucho, mucho tiempo…
Todos los cuentos empiezan igual, parece la frase clave, el código secreto para que los chicos se callen, se acerquen y se sienten en el piso rodeando al adulto de turno, pongan en funcionamiento sus corazones cerebros y almas, enfoquen sus ojitos y sus oídos y se concentren como solo los niños saben hacerlo cuando se suben a las alas de la imaginación.
- Había una vez - repito -… un gallardo cadete de la escuela aeronáutica, que tenia, hmmm..., digamos, unos veintiún años.
- ¿Como se llamaba? – pregunta una niña inquieta.
A las niñas siempre les parece importante que los protagonistas tengan un nombre…
- El gallardo cadete se llamaba Carlos, Carlos Ricardo.
- Ah… - dijo satisfecha la niña.
- El cadete, tenia dos hermanas mellizas…
Veo por el rabillo del ojo que la misma niña levanta la mano inquieta para interrumpir, y me apresuro.
- … que se llamaban Lilia y Beatriz-
La niña baja la mano conforme…
- Estas mellizas tenían catorce años, y como todas las niñas de esa edad, tenían todos sus sueños e ilusiones intactas, uno de esos sueños se iba a realizar en pocos minutos. Iban a asistir a su primer baile, el baile de disfraces de carnaval en el Cordoba Athletic Club.
En esas épocas…
Un niño levanta la mano y pregunta… “¿hace mucho de esto?”... “mucho, mucho” le contesto y continúo.
- … se acostumbraba que los padres llevaran a sus hijas a las fiestas…
Los niños me miran asombrados y boquiabiertos, escucho a uno rubio ligeramente mayor al resto murmurar “… debe ser en la prehistoria…”
- Entonces, como los padres de Carlos Ricardo aún no estaban vestidos… - anticipándome a la niña agrego rápidamente - Don Antonio y Doña Olinda…le encargaron a su hijo, que se adelantara y acompañara a sus hermanas a la fiesta. Este tipo de tareas, si bien era común en aquella época…
El niño rubio asiente satisfecho y mira sonriendo suficiente al niño de al lado, otra vez escucho la palabra “prehistoria”
- …Formaban parte de las tareas que un hermano mayor tenia que hacer, por desagradable que fuera.
Carlos Ricardo, y su primo, Coco, se miraron preocupados. Ambos tenían otra fiesta, en otra parte, y estaban ansiosos por llegar. A Carlos lo esperaba en esa fiesta su novia.
Los niños se miran con picardía y algunas niñas se sonrojan y sonríen.
- No obstante, bastó que Don Antonio le sostuviera la mirada a su hijo, para que Carlos Ricardo y su primo se aprestaran a llevar a las niñas a la fiesta.
Al llegar, Carlos Ricardo esperaba que Don Antonio y Doña Olinda no se demoraran demasiado. Carlos sabía que no podía fallarle a su novia, sino estaría en problemas.
Las niñas asienten con seriedad mientras los varones refunfuñan molestos…
- En esas épocas se acostumbraba que las familias (padres e hijos), se sentaran todas juntas, y que los varones mas audaces sacaran a bailar la las chicas con el permiso de sus padres. Estos podían aceptar o rechazar la invitación del varón y aún con el permiso de los padres también podían ser rechazados por la dama.
Pasan varios minutos, para recuperar el orden entre los niños, algunos de ellos están a punto de tildarme de mentiroso, el rubio conversa con su amigo de al lado y le dice “… Entonces debe ser "antes" de la prehistoria”. Carraspeo y retomo el hilo del cuento.
- Cuando las mellizas llegaron a la fiesta, procedieron a saludar a sus amigas, entre ellas estaba una rubia muy linda… - miro de reojo a la “niña de los nombres” y agrego - … que se llamaba Teresa.
Teresa era amiga y compañera de colegio de las mellizas y ya había escuchado de boca de ellas todas las historias sobre su legendario hermano el cadete. Teresa también tenia catorce primaveras, y para enfatizarlas había elegido disfrazarse de florista, esto le permitió pintarse los labios y los ojos por primera vez, ya que no estaba autorizada por su madre, doña Celina, por ser demasiado joven.
Más murmullos de los niños, algunas niñas sacuden la cabeza con incredulidad.
- Carlos Ricardo se acercó a las mellizas y estas le presentaron a su amiga Teresa.
Allí ocurrió el momento mágico.
Ambos se vieron, Teresa, pudorosa, bajo la vista, Carlos Ricardo la continuó mirando, estaba embelesado. No lo dudo un instante más, dirigiéndose al padre de Teresa, le solicitó el permiso para bailar con su hija. Eran aproximadamente las diez de la noche. El padre, que a su vez conocía a los padres de Carlos Ricardo, le otorgo el permiso, agregando…“pero me parece que ni sabe bailar”…
Los niños sonríen, las niñas me clavan los ojos, anticipan el momento romántico.
- Carlos y Teresa bailaron juntos por primera vez, y así fue toda la noche.
Una niña suspira…
- A las once llegaron Don Antonio y Doña Olinda liberando a Carlos de su responsabilidad. Su primo Coco se acerca y le dice “Vamos Carlos, nos esperan las chicas en el otro baile”. Carlos Ricardo solo tiene ojos para Teresa, murmura a su primo…“andá vos, yo me quedo un rato más”. Y así transcurrió toda la noche.
A las dos de la mañana, la fiesta había terminado, Teresa se retira con sus padres y Don Antonio hace lo propio con sus hijos.
En el auto, las mellizas no paran de hablar aturdiendo al conductor, Don Antonio, y al resto de los pasajeros. Solo Carlos esta en silencio. Doña Olinda le pregunta “¿que te pasa hijo?”, Carlos se demora unos minutos y responde “acabo de conocer a la mujer con la que me voy a casar”…
La “niña de los suspiros” suspira mas profundamente, mientras que la “niña de los nombres” pregunta inquieta “ ¿y la novia de Carlos?”
- Bueno, Carlos efectivamente estaba en problemas, al día siguiente tenia que hablar con su novia. Como corresponde a un caballero, se apersono en la casa de ella pero no estaba. Lo recibió la tía de su novia, que ya estaba al tanto de lo ocurrido y le reprochó a Carlos su falta de compromiso con su sobrina. Carlos ensayo el comienzo de una mentira “resulta que estuve cabalgando hasta tarde y luego tuve que bañar al caballo y todo eso produjo demoras que…”. La tía lo mira severa. Carlos suspira y le dice “Anoche conocí a la mujer con la que me voy a casar”…
Los niños van perdiendo la concentración, veo que algunos ya tienen ganas de levantarse a jugar. Claro, a mi cuento le faltan caballeros de armadura, princesas, dragones o algo más moderno como vampiros o mutantes…Me apresuro a terminarlo...
- Y entonces Carlos y Teresa se pusieron de novios y tres años después se casaron. Tuvieron cinco hijos todos varones, que les dieron nietos y bisnietos… Y fueron felices… y colorín colorado…
Los niños completan a coro… “este cuento se ha acabado”. Algunos se levantan sonriendo, otros conversan animadamente, las niñas hablan entre ellas, una dice “cinco hijos varones!!! Es mucho!!”
Me levanto de la reunión familiar viendo a los niños correr al patio, ellos son mis nietos y los nietos de mis primos, mis cinco primos varones.
Miro en un rincón a Cacho y Teté, mis tíos, sentados el uno al lado del otro, mientras miran sonriente a la tropilla de niños jugando a la escondida.
Tete (Teresa) le dice a Cacho (Carlos Ricardo)
- Vamos Cacho, se esta poniendo frío, y vos estas desabrigado.
Cacho busca las llaves de su auto se levanta, toma de la mano a su mujer, se despiden de su familia y salen de la fiesta todavía tomados de la mano...
Sea este mi reconocimiento a mis queridos tíos por una sencilla, hermosa y eterna historia de amor. |