Iban este par de palabras caminando por el bosque cuando una solemne y magna figura capturó su atención,se quedaron mudas, dulces movimientos encantaban a a la indefensas apenas lograban suspirar, el espectáculo era perfecto, incluso el aire olía a chocolate, el río sonaba de manera armoniosa mientras su ninfa preferida bailaba sobre él, supongo las palabras no eran suficientes ya que esta se acercó con delicadeza acariciando con suavidad y ternura una de las orejas de la palabra más adelantada, la otra sintió celos, rompía una rosa recién cortada, lista para haber sido entregada, así poco a poco llegaron todas las palabras sin embargo la ninfa exótica solo podía mirar a los ojos a la palabra consentida, un dulce capricho imposible de entender entre tanta indiferencia, el día caía, hacía frío cosa que obligó a la ninfa a irse dejando sola a la afortunada palabra la cual ahora reía esperando que empezara el día de nuevo, su fortuna la había condenado a respirar chocolate dejándola con ese sabor agridulce.

Para: Paula Arévalo