— Cuando era chiquita tenía un osito de azufre. No me pregunten por qué era de azufre, a mí también me pareció raro cuando lo encontré tirado en un pozo. La cuestión es que era mi juguete favorito, yo le hablaba y él me escuchaba. Yo le contaba mis problemas y él me contenía. Eso pensaba yo, y él seguramente, sabía que yo pensaba eso.
El osito era pequeño, como si de un llavero se tratara, asíque se imaginarán que no era de un gran tamaño. Como les dije, ese osito “era” mi favorito, y digo era, porque terminé arrojándolo al mar en una botella con ácido. Se preguntarán qué persona normal tiraría un juguete al mar en una botella y encima con ácido dentro. La respuesta es cualquiera.
Todo comenzó cuando encontré al osito. Se me dio por abrir el pozo que se ubicaba en el descampado y ahí fue que lo encontré. Supuse que alguien lo había tirado y no… terminé dándome cuenta de que el osito me estuvo esperando allí todo el tiempo.
En el colegio me molestaban porque era muy estudiosa, y me decían nerd. A mí nunca me importó, pero a él si que le importaba. El día en que nos fuimos de excursión, nuestro micro chocó y todos sobrevivimos menos los chicos y las chicas que me molestaban. Creí al mirar mi juguete, que su boca se había curvado más sonriente, pero sería solo mi imaginación.
Empecé a creer que aquél osito tenía poderes mágicos y que me ayudaba, pero no era así. Un día en casa, estábamos mi hermana y yo. El osito estaba posado en la mesa. Mi hermana lo tomó y lo arrojó por ahí. Resulta que subió arriba a buscar alguna cosa y cuando estaba por bajar, visualizó desde arriba al osito nuevamente en la mesa, o eso es lo que ella me contó. La cuestión es que cuando quiso bajar, tropezó con alguna cosa invisible y cayó de las escaleras, fracturándose la cadera.
Desde entonces, comencé a temerle al osito, que una vez mas, parecía más sonriente. Decidí dejarlo en mi pieza por siempre, y que dejara de acompañarme. Ese día tenía un cumpleaños de quince, y cuando volví, entré a mi casa, había un olor a azufre horrible y la casa estaba incendiándose por todas partes. Me desesperé e intenté ayudar a mi hermana que se estaba quemando completamente junto a mi padre. Era tarde… ellos habían muerto. El osito estaba intacto en la mesa de la cocina y cuando decidí agarrarlo, tropecé y me corté las manos con un cuchillo que se hallaba en el piso. Eso explica las cortaduras de mis manos. Mis brazos se quemaron cuando intenté ayudar a mi hermana. Luego de eso agarré al maldito oso y lo metí dentro de una botella. Le puse ácido arsénico y lo arrojé al mar cerca de casa.—
Luego de comunicar su coartada, la mujer fue inculpada por el detective.
— Es usted muy astuta o muy tonta al inventar esta historia. No tiene pruebas de que haya existido ese tal oso de azufre del que usted habla. Segundo, la autopsia que se le realizó a su hermana, revela que intentó defenderse de un ataque, usando sus uñas. Eso explicaría por qué usted tiene esos rasguños en sus manos, y no es precisamente por haberse cortado con un cuchillo. Además la gente que los conocía, reveló que usted era muy rebelde y que amenazaba a su padre con matarlo si no la dejaba pintarse y salir todos los sábados con sus amigos drogadictos — Dijo el detective.
— ¡No!,yo no bailo, yo no tengo amigos drogadictos, el oso, el oso tiene la culpa, yo no fui… ¡El diablo me influenció!—Gritaba la acusada como una loca.
— Es evidente que usted está intentando simular una anomalía mental haciéndose pasar por loca, pero durante la sesión psicológica que le hicieron, se determinó que usted no posee ningún trastorno psíquico— increpó el detective.
— Estás influenciado por el osito, estás siendo manipulado, ¡yo lo sé!—
— No… usted miente, todos sabemos la verdad, usted mató a su padre y su hermana porque ellos le impidieron ir a bailar esa noche. Si confiesa la verdad, será excarcelada más rápido que si sigue insistiendo en esa falsa locura —
— ¡No!, por favor, soy inocente, yo no lo hice, soy inocente… ¡NO!—
— Llévenla al loquero— terminó proponiendo el detective.
El detective cerró el caso y Tisy, la acusada, fue llevada a un loquero de máxima seguridad. La gente estaba conforme por la justicia que se había echo con la loca. Alguien que mata a sus padres solo por querer ir a bailar, y prendiéndolos fuego de esa forma, merece por lo menos, ser encerrada en un loquero de por vida.
Al otro día, el loquero se prendió fuego, quién sabe cómo, en la parte donde Tisy se ubicaba. La policía y los detectives encargados del caso, encontraron muerta a la loca, que había sido encerrada un día antes del incidente. El cuarto donde se hallaba estaba completamente quemado. Solo una mesita… solo una mesita había quedado intacta. En la superficie de la misma, se posaba un pequeño osito… y tenía una sonrisa de oreja a oreja. |