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Una noche calurosa de verano, cansado, llega a su casa tras unas cuantas horas de conducción. No está feliz, no le espera nadie al otro lado de la puerta. Desanimado mira las paredes vacías de recuerdos y aun se siente más solo. Es duro darse cuenta que uno se ha equivocado pero aun es más duro volver al pasado e imaginar como sería el presente de haber cogido otro camino. Decide no pensar. Deja la maleta en la entrada como otras tantas veces sin molestarse a deshacerla. Abre la puerta de la cocina, todo está en orden. La última copa de vino que tomó descansa sobre la mesa. No se molesta ni en enjuagarla y se sirve otra. Es un buen tinto.

Tras beber el preciado líquido, vuelve a dejar la copa sobre la mesa donde le espera la huella ya imborrable. Vuelve al pasillo y abre la puerta de su dormitorio. La cama sigue deshecha, ¿quién o para quién la va hacer? Se mira en el espejo, espejo que guarda grandes momentos de otra época. Figuras que se retuercen de placer, gemidos que despiertan a los más dormidos. No quiere pensar. Se da la vuelta. Se quita zapatos, pantalones, camisa. Hace calor. Se tumba boca arriba en la cama, cierra los ojos y se centra en el presente.

Curvas. Pelo largo, negro intenso. Vestida siempre para matar. Boca sedienta de nuevas experiencias. Ojos que todo lo que quieren desnudar. Ágata. Así se llama ella. La mujer con la que se permite hoy, en sus días de tristeza, imaginar. Pero sabe en su fondo más interno que es un imposible. Imposible que ella, una “diabólica mujer” se haya podido fijar en él. Es libre el pensamiento, se dice a si mismo, y se la imagina desnuda, junto a él, provocándole esas sensaciones que tanto nostalgia. Es bella.
Suena el teléfono del trabajo, cual sino. Debía de haberlo desconectado, piensa. Se levanta y lo coge de encima de su cómoda.


Trabajo. Maldito trabajo. Descuelga. Suena una voz.
- ¿Si?-contesta.
- Buenas noches Sr. Bruce, soy Ágata.
Se pone casi a temblar de la propia excitación y le pregunta:
- ¿Qué ocurre, Ágata?
- Estaba apunto de salir de la oficina, cerrando su ordenador, y no he podido resistir más la tentación. ¿Cómo le fue el viaje? ¿Consiguió los objetivos?
- Mira, Ágata, no es por ser descortés pero... es muy tarde, ya te contaré el lunes. Termino de llegar a casa tras un largo viaje. Estoy cansado.
- Disculpe jefe, no era mi intención molestar pero...
- No, no, no me mal interpretes, tú nunca molestas... – dice valientemente.
- Como le decía, jefe, no he podido resistir más la tentación pues ha llegado un importante documento relacionado con su viaje. Debería verlo hoy mismo. Si me facilita sus datos... se lo podría acercar a su casa.
Más que nervioso, digamos que incrédulo, le da la dirección y decide asearse. ¿Qué serán esos documentos?

Se afeita, se ducha e incluso se perfuma. ¡Iluso!- se dice a si mismo. Se pone cómodo. Pantalones vaqueros y camisa blanca de lino arremangada. Se la imagina: alta, poderosa, vestida de ejecutiva con esos tacones de vértigo.
Media hora después se escucha el timbre. Es ella. Es Ágata. Respira profundamente intentando relajarse. Se dirige a la puerta. Abre y allí está ella, su secretaria. Ágata. Su camisa blanca resalta su bronceado. Su melena cae sobre los hombros dibujando unas perfectas ondas. Su mirada es penetrante. Sus labios sonríen e incluso diría que provocan. Finalmente le dice:
- Pasa. ¿Qué documentos son tan importantes para no esperar al lunes?
- Tome, aquí tiene – contesta Ágata a la vez que entra hacia dentro de la casa y se quita los tacones.
Rápidamente abre el sobre sellado y descubre dentro folios en blanco. Algo sorprendido e indignado le recrimina:
- Ágata, ¡qué ostias es esto! Espero que no sea una broma pesa... – no consigue terminar la palabra. Al levantar la cabeza se encuentra con ella desvistiéndose, quitándose su ceñida falda negra. Sus piernas son largas, hermosas como esculpidas por grandes maestros. No puede articular palabra. La contempla. Es hermosa.
- Hace calor, jefe – se insinúa mientras se deja caer en el sofá.

Texto agregado el 17-07-2012, y leído por 83 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
17-07-2012 Lo que pienses atraerás, la ley de atracción funciona ( por lo menos en los cuentos ) Legnais
17-07-2012 Suertudo!!! Muy buen cuento kone
 
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