Plumas de ángel


Dos tipos van caminando por la calle. En eso pasa junto a ellos una hermosa mujer envuelta en un vestido rojo, igual a la que cualquier hombre querría ver en sus sueños: piernas largas hasta la luna, senos firmes y abultados, además de una cintura tan estrecha como su inocencia. Entonces uno le dice al otro:

- Amigo, daría lo que fuera por meter la cabeza bajo el vestido de esa mujer. Un segundo, no pediría más. Tan sólo lo suficiente para conocer el paraíso.


A lo que el otro respondió ufano:

- No me vas a creer, pero a esa dama... yo la he visto desnuda.

- ¡ No mientas! – le respondió su acompañante.

- Te lo juro, es más, durante un tiempo viví con ella.

- ¡ Eso si no te lo creo! – exclamó el otro, sin dejar de mirar a la chica mientras ésta contemplaba un aparador.

- No hay razón para mentirte- continuó -. Es un hecho que incluso me acosté con ella. Sí, aunque pongas esa cara, yo disfruté de esa mujer durante toda una noche.

Eso era demasiado increíble para su interlocutor, por lo que no pudo dejar de preguntar:

- ¿ Y cómo es que un perdedor como tú consiguió tener relaciones con un bombón como ella?

La respuesta era un placer agridulce en la boca de quien la profanaría. Como si un diablillo escupiera las plumas de un ángel caído:

- Muy fácil – le dijo. Ella es mi hermana...

El oyente se quedó perplejo, al principio un tanto asqueado, aunque al llegar a casa y meterse bajo las sábanas, no pudo evitar excitarse recreando la escena.

FIN