Yo no sé que tanto ladra el perro
en esta noche de sombras,
le ladra a unos pasos quedos,
a un borracho vociferante,
le ladra a la noche tuerta,
tuerta entre sombras y luminarias,
el perro ladra y se revuelve,
como si quisiera reordenar los rasgos
a punta de reclamos airados,
ladra otro perro en la noche,
cae la niebla como una hoja grisácea,
dos muchachos ríen y corren,
el perro les ladra con furia,
nada se mueve a esta hora,
sin que el perro se entere.
¿Por qué se duerme en la noche
y se imita a la muerte fría?
¿Por qué no vivimos de besos,
de licores y requiebros?
¿Por qué nos morimos en la noche,
si es tan suave y apacible?
El perro ladra y despierta
a los gatos en sus escondrijos,
se rebela de sentir
tanto muerto roncando
en esta noche de luna,
tan placentera y tan triste
como plañidera solitaria,
que teje su manta azulosa
sobre sueños y sopores.
El perro ladra a la noche,
tan plagada de fantasmas,
noche tuerta en esta velada,
por los deslumbres de faroles,
el perro duerme en su casucha,
ya ha perdido la esperanza,
abrocha su bronca inquietud
y ronca en su muerte canina
hasta que despunte el alba…
|