Con mi andar pausado y entonado, rumbeaba como siempre pal boliche, me apersone muy atento con mi saludo de siempre, ¡Buenas y Santas !, a lo que mi oido fino, escucho su respuesta esperada, ---Adentrese don Prudencio, Usted es siempre bienvenido---sabia por vejez y costumbre que esa era la voz de doña Esculapia, la dueña del boliche, solo que cada vez me sonaba mejor, era como si el tiempo que juera pasando, nos iba puliendo a los dos, como que teniamos mas afinidad, mas cariño, bienhablado porsupuesto, aunque nunca falta algun sonzo mancarron avenido mal al pueblo, y de puro equivocado, y queriendo llamar la atencion, cualquier cosa le viene bien pa la discusion. Y ya me iba acomodando en el mostrador, la Esculapia me mando el trago de siempre, me conocia de hace mucho y sabia que la ginebra era mi preferida, iba ya degustando tres o cuatro, cuando del costado derecho de atras, me preguntan, con un tono mas bien sobrador, ---porque no pide algo mas juerte, algo de hombre---, ah, ahijuna canejo, que me clavo hasta el fondo del alma con sus palabras, lo primero que se vino a cabeza jue, echarle mano al facon y con una guelta como un rayo, le puse el filo justo al borde de la mejilla izquierda, ahi donde termina la comisura del labio mayor de la boca, no tuvo tiempo de reaccionar, lo mire fijo a los ojos, con la mirada mas helada que la de un difunto, se notaba en sus ojos que el miedo le corria por todo el cuerpo y de la sorpresa no supo que hacer, ----A mi naide me toma de sonzo, y Usted anda buscando problemas, y Yo ando en busca de descanso, pero si Usted insiste, afuera hay mucho lugar, amigo--- Le dije con un tono bastante fulero, y creo que me entendio bien, porque levanto su mano derecha como diciendo, esta gueno, me quedo ahi y hasta aca llego, pero no se iba a dir tan facil como si nada, asi que tuvo que ocicar pidiendo disculpas, que fueron aceptadas, se oyo unos aplausos de la paisanada presente, que retomaron los toques de guiatrra y canto que antes alli reinaba, y ahi termino todo, pude seguir tomando al compas de la Esculapia que me seguia sirviendo mas y mas ginebra. |