Se han ido a alejando de mis manos el crepitar de las letras, mi vieja Olivetti a sido olvidada en algún rincón de la casa, al final parece que el sistema me venció.
No pretendí ser mas que alguna voz en la memoria recurrente de algún individuo listo a defender el derecho a no pertenecer, pero es tan fácil doblegar cuando a uno se le arrebata el derecho a existir en desacuerdo y total anonimato, tarde o temprano la mano cruenta del destino nos empuja a la primer fila, al lugar de los acusados lejos de ser aquellos viejos demandantes, hoy somos tristes y olvidados guerreros de pluma capa y espada. Hoy mi mundo pertenece a las horas del laudo, a lo convenido en mi ausencia, a mi favor y en total desacuerdo, pero quien abra tenido la puta idea de creer que mis sueños eran tan baratos, a quien supuso que mi dignidad valía tan poco. Quien cree, que los pueblos son libres, están totalmente errados, quien cree que el trabajo asalariado, discutido, ganado bajo la proclama de la dignidad de los trabajadores es justamente en la redundancia, digno, que se vayan a la mierda. Seguimos siendo la carnada de los peces gordos, seguimos siendo esclavos bajo proclamas de igualdad, pobres ilusos como este que escribe que al final del ultimo punto deberá de volver a sus labores para dignificar mi existencia, saludos y hasta después de las ocho horas