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Inicio / Cuenteros Locales / vilajuana77 / Veintidós miradas al espejo

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Después de una tormenta cerebral acompañada de tibias sensaciones culturales, me ubico observando durante la tarde como sufren de frío las maderas, envidiando su anterior estadía plagada en termitas y suplicando a la noche que cierre el telón. Es curioso analizar tan poco tiempo porque no se ha podido reflexionar lo suficiente, pero sí coopera con refrescar pequeños pasos que suelen perderse en los caminos invisibles.

Una batucada me orienta a escupir todo lo que está dentro, sin importar si pertenece al mismo riel, consiguiendo dar salida a impresiones jamás pactadas. Se extraña el primer paso de la caminata, básicamente por esa actitud envidiable y la grandiosa sociabilidad que permitió establecer muchas relaciones en tan solo algunos minutos.

Al contrario, ahora la lluvia cayendo desde el cielo introduce mi cuerpo en mi cerebro para machacarla y así utilizar el retrovisor, especialmente posterior a una impensada sanación hasta el momento. A paso lento y más frívolo la reflexión es más honesta, y los vestigios logran mantenerse incluso después de pasos ajenos que borraron su visibilidad, pero no la misma acción. Que grato saber que aún me permito conocerme y que siguen habiendo infinitas capas por eliminar, y que la capacidad puede reanudarse luego de una pausa eterna.

El costo de alejarse de lo habitual no es más que el comienzo de un nuevo vínculo, uno que siempre va a estar y que quizás siempre estuvo. Definitivamente es la mejor manera de adentrarse en sensaciones desconocidas que ni la misma sospecha fue capaz de sospechar.

Sonidos tranquilos abrazados de pensamientos profundos y sonidos veloces saltando con neuronas agitadas y ansiosas por demostrar, por entusiasmar y entusiasmarme. La voz apacible bajo el fuerte bajo forma mezclas de colores que explotan como cuando revienta un globo al no soportar más aire. Ahí es cuando retorna la calma, y todo vuelve a empezar. El mismo procedimiento pero por otra rama, ya sea nueva o vieja.

La mochila comienza a mostrar sus primeras arrugas debido al cansancio y la falta de necesidades, que no logran llenar el estómago aunque recién hayas terminado de comer. Te pregunta cuando piensas terminar pero se disuelve con el viento. El vuelo puede tener regreso y tu físico también, sin embargo tu esencia puede que no regrese nunca más. Habrá que esperar con paciencia y disciplina.

Texto agregado el 09-07-2012, y leído por 122 visitantes. (1 voto)


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