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Inicio / Cuenteros Locales / senoraosa / Historias Animaladas I; Capítulo VIII

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Una tarde de fiesta en la que los animales estábamos mostrando nuestras habilidades, la señora Comadreja contó esta historia:

Erase un agricultor que tenia un hermoso huerto. En él sembraba tomates y lechugas, cebollas, patatas, zanahorias y calabazas. No faltaba de nada. Estaba tan hermoso y bien cuidado que le agricultor vivía contento. Con lo que le daba el huerto apenas necesitaba nada más.
De pronto a un lado de la finca brotó un hermoso árbol. Surgió como de la nada y muy pronto se hizo grande y frondoso. Entre sus hojas salieron flores de múltiples colores; violetas y rojas, naranjas, amarillas, rojas y blancas...Era tan raro el árbol que todos los vecinos iban al huerto a admirarlo.
Solían preguntar cómo había conseguido ese hermoso ejemplar ,de que sitio había venido. El agricultor que no sabía nada empezó a inventarse historias, como que gente desconocida que llegó del otro lado del océano le habían vendido esas semillas tan maravillosas. O que un pájaro de gran belleza, de largo pico y cola verde esmeralda había traído una semilla en su pico y que él la sembró y cuidó.
Pero sucedió que según el árbol se iba haciendo más grande y hermoso los frutos del huerto se fueron perdiendo. Pronto no quedó ni un tomate que echarse a la boca. Tan siquiera quedó un rabanito sano. El huerto entero se echó a perder.
Es agricultor estaba triste. Algo le decía que ese árbol tan preciado era el causante de que su huerto se secara, pero estaba tan orgulloso de él que no lo podía cortar.
¿Qué hará el agricultor? ¿Porqué ese árbol ha marchitado el huerto? ¿Decidme lo que pensais?_ les pidió la Comadreja.
- Interesante historia, dijo la señora Zorra. El caso es que el huerto le es más necesario al agricultor, le da de comer, en cambio el árbol con su belleza alimenta su espíritu.
- ¿Acaso no se pueden tener ambas cosas?, preguntó el señor Ratón.
- Yo creo que si, dijo la señora Osa. De hecho así era al principio, cuándo el árbol estaba ahí embelleciendo la vida del agricultor y el huerto. Pero llegó un momento que que pudo más el orgullo y la vanidad del agricultor. Pedió su equilibrio. Se quedó embelesado en la belleza del árbol. Quiso presumir ante todos , se inventó historias. Su vanidad creció tanto que hizo que descuidase el huerto. Quizá hasta se olvido de regarlo y abonarlo.
A veces pasa que la gente se fija demasiado en la belleza y en la apariencia, quiere estar siempre perfecta. Se olvida de sus otros dones. No los riega sino que los entierra bajo capas y capas de pobre suelo. Los pone cadenas, el alma se duerme...sólo queda vanidad; nada más.
A todos nos gustó mucho esta historia. Esa noche todos pensamos en nuestro huerto y en nuestro árbol, mirando si todo estaba en su sitio, bien ubicado.

Texto agregado el 04-07-2012, y leído por 220 visitantes. (1 voto)


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