Dos pasos para llegar al borde, tres pasos para llegar al jardín con tus flores, ya me había olvidado de que era el amor, algo agrío pero agradable, de doble filo obviamente como sabemos, siempre permaneces en la cuerda floja, equilibrando tus cinco sentidos para no sentir el golpe del concreto solido, o asegurar tu peso con un simple beso, tomar la mano de quien resguarda tu presente, y te saca del pasado, ahora me sumerjo en el humo de un buen cigarrillo, en mi niebla, ocultando lo que todos saben, y lo que se murmura en las esquinas de la ciudad. Yo, aquí, sintiendo como se congelan mis dedos, extraño ese calor, de tocar lo tangible de ella, de sentirla, pero bueno, no todos los días alumbra el sol.
En las pestañas de la gente se oculta lo que no se quiere ver, y con el ritmo del parpadeo se esparcen por el viento los trozos de vida que les sobran a los demás, creo saber como funciona todo, somos carnada de un sentimiento que nos guía a un destino esperado cada día, varios se están quedando sin pasajes, pobres ellos, que heredarán el polvo seco de la tierra, la soledad, la simpleza de su cuerpo cubierto de esporas, gastando su vacío interior en palabras de poca monta, creyendo que saben querer, pero que sin darse cuenta la gota que sale de sus ojos ya no saldrá mas, no será testigo del deterioro del corazón del hombre, usado como un trapo sucio, por simple vanidad. Ojalá llegue la luna sobre la que depositarás tu alma, blanda, cruda, sin refacciones, hechizada por la dulzura de tu aroma, del sabor de tus labios, del toque de tu cuerpo, del maldito cliché que se usa para describir algo tan fuerte de una manera tan vaga, ya no somos originales al expresar lo que sentimos, y es de esta única forma que nos convertiremos en piedra.
Asesinamos cada día con palabras, escapamos por un laberinto con una sola salida, la entrada, nunca hemos llamado a la policía porque nos han robado los sueños, o roto las ilusiones, y aun así nos jactamos que ha disminuido la delincuencia… falacias.
El equilibrio se ha roto, y me he azotado el cuerpo en contra el piso, pero salí ileso, lentamente me puse de vuelta en pie, y prendí un cigarrillo, busqué la salida tranquilamente, sin darme cuenta de que me había fracturado el brazo, bueno, no lo sentía, prefería pensar en algún lugar, o en alguna canción delirante, el sabor a sangre en mi boca desaparecía con el paso firme de mis pies, ya era la hora del té, así que abrí mis ojos, salí de la fantasía, estaba en mi cama acostado, esperando, a volver a sonreír irónicamente porque mis pensamientos habían cambiado.