CHIROLITA
Era un perro callejero. Los orígenes de sus ancestros se habían perdido en una promiscua cruza, pero conservaba armoniosamente distribuidas, las características de algunas de las razas que participaron de su árbol genealógico. . De tamaño mediano, de unos veinticinco kilos, musculoso, de pelaje corto tipo boxer, blanco con manchas negras símil dálmata. orejas de cocker, trompa de pekines, ojos de bulldog y orejas de pastor alemán. Apareció un día junto al palenque del hotel de Gaitán y se aquerenció en el pueblo. Alguien le puso el premonitorio nombre de Chirolita, y Chirolita fue el perro de todos, acompañaba a los chicos al colegio, jugaba con ellos en el recreo, por la noche acompañaba a los borrachos a su casa, hacía las compras de las vecinas con una canasta colgada de su cuello, donde iba el encargo y la libreta de fiado, él cumplía el mandado sabiendo que al volver lo esperaban un plato de comida y la caricia agradecida que él retribuía lamiendo los platos sucios, al punto que no necesitaban ser lavados. Pero lo que realmente lo diferenciaba de sus congéneres eran la inteligencia y expresividad . Sus ojos no tenían esa mirada languida, fja e interrogante de los perros, su mirada transmitía sus estados de animo más que su cola, curioso, alegre, triste, temeroso, todos los sentimientos emanaban de sus ojos... al menos eso nos parecía a nosotros. También su boca expresaba las mismas emociones... era hermoso verlo sonreir a Chirolita, solo le faltaba hablar.
Y ete aquí que un día, un circo criollo transhumante levantó su carpa en un baldío, en la troupe venía un ventrílocuo que era el numero principal del espectáculo, Mister Chasman y Chirola. Era un show maravilloso . Noche a noche la carpa se llenaba para verlos actuar. Cuando Chasman conoció a nuestro perro, quedó hipnotizado. Se pasaba las horas con él, le enseñó a pararse en una pata. a correr marcha atrás, a dar saltos mortales, a caminar en la cuerda floja y Chirolita dejó de hacer los mandados, de jugar con los chicos y corretear por las calles, para disfrutar de su nuevo amigo. Y una noche, en la función de despedida, con la carpa colmada de vecinos, Mister Chasman se dirigió al publico y nos pidió el perro, a cambio de donar lo recaudado al jardín de infantes que llevaría por nombre Chirolita. A pesar del amor que le teníamos aceptamos la propuesta y todos fuimos a despedirlo cuando el circo partía.
Pasamos cinco años sin tener noticias, ya estábamos arrepentidos de haberlo dejado ir, cuando de pronto nos llegó una carta, Chasman nos pedía disculpa por tanto tiempo de silencio, nos tranquilizaba que Chirolita estaba bien, que era su compañero inseparable junto con Chirola, a quien este quería como a un hermano, que era increíble como había desarrollado sus cualidades naturales, que había dejado el pobretón circo de los hermanos Tapera, que había sido contratado por el prestigiosos Circo Tihany, con el cual estaba en permanentes giras por nuestro país y Latino América y que tenía serias propuestas para actuar teatro y televión. Agradecía que el destino le hubiera permitido conocer gente tan generosa como nosotros donde encontró al mejor amigo de su vida. Que nunca nos olvidaría, un fuerte abrazo de Mr. Chasman, Chirola y Chirolita.
Pegamos copias de la carta , y se difundió varias veces por la propaladora, para tranquilidad y alegría de una comunidad que siempre lo recordaba. Años más tarde, comenzamos a leer en los diarios y revistas del espectáculo del éxito de Chasman en Sabados Circulares, Domingos de la Juventud, Grandes Valores del Tango... Mr. Chasman y Chirola ahora eran Mr. Chasman y Chirolita. El primitivo muñeco se fue deteriorando y nuestro perro ocupó su lugar. La popularidad del dúo crecía y con él el orgullo de nuestro pueblo, y por supuesto la envidia de los pueblos vecinos. Era la primera vez que un ventrílocuo hacía su rutina acompañado de un animal y ese era nada más y nada menos que Chirolita. Nuestro ídolo. Pero un día, el veinte de mayo del año mil novecientos noventa y nueve, recibimos la triste noticia, Mr. Chasman había muerto, un cáncer de garganta que lo aquejaba desde hacía tiempo, había terminado con su vida. Una importante delegación de blaquierenses vinimos a su velatorio. En La sala, a los pies el cajón donde descansaba su amigo estaba nuestro amigo. La tristeza de sus ojos aumentó nuestro dolor. Cuando me vio saltó hacía mi, nos abrazamos fuertemente y con palabras entrecortadas por el llanto me dijo.- Pobre Chasman, hacía diez años que se había quedado mudo.
El maldito
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