Y ese día al fin se decidió... en realidad no sabía muy bien por qué, ¿cómo iba a saberlo?, nadie antes había intentado semejante disparate y, al pensar en esto, no pudo más que sonreír. Una sonrisa en parte nerviosa, tan solo tendría una oportunidad y tenía que aprovecharla.
El proyecto era en verdad reciente, aunque no era ni mucho menos casual. Ya desde niño intuía que ese momento había de llegar: de los sueños, la fantasía, a la imaginación y ahora tan solo un pequeño impulso tal vez le llevase a la consecución de su pequeña locura.
Un pequeño vértigo hizo danzar sus tripas mientras sus pies se separaban de la cornisa, ya sabía que sucedería, todo lo tenía previsto, así que no tardó en poner las entrañas en orden mientras velozmente se precipitaba al vacío... y así sucedió algo inesperado, el cielo, tanto tiempo lo había contemplado que ahora se sorprendía de sentirse tan extraño en él, no es nada fácil acostumbrarse a tener en cuenta el arriba y el abajo a la hora de desplazarse, y eso le hizo gracia, ¿cuántas sorpresas más le aguardarían en su aventura?, tan solo sabía que también estaba preparado para afrontar los imprevistos que indudablemente surgirían.
El suelo estaba aún muy lejos pues había escogido el edificio mas alto de la ciudad, necesitaba tiempo para amoldarse a su nuevo ambiente, cada segundo era una lucha constante de sus sentidos en la realización de su empresa, sabía exactamente que debía hacer y cuál era el margen del que disponía. Las ventanas se sucedían rápidamente, siempre en sentido descendente, y sucedió lo que él había sospechado largo tiempo, largas noches, largos ensueños... y es que comenzó a ¿desandar? El camino ya recorrido, al principio lentamente pero al poco tiempo la velocidad dependía únicamente de su capricho.
Y surcó los cielos, y grupos de aves se unieron a él, (otra sorpresa inesperada), mas que su forma o tamaño era su modo de volar el que atraía a los pájaros, como para un pequeño pichón desplumado que remonta el vuelo por primera vez montones de maestros emplumados ejecutaban ante él complicadas piruetas, dándole así sus primeras clases de aviación. Y mucho tiempo se demoró flotando en el aire, y en muchos tejados se quedó descansando y contemplando su nuevo mundo y, allí abajo, en el suelo, podía ver a miles de seres encadenados al asfalto, a sus ridículas dos dimensiones.
Y así, una noche conoció a una bruja y juntos pasearon por las nubes, y así la luna llena recortó sus siluetas, y así, un día, ella le pidió que escribiese esta historia para guardarla como esas fotos en el álbum que nos recuerdan buenos momentos, y nunca nadie conoció este cuento, en verdad nadie lo creería...
|