Esta habitación que nos pertenecía, está tan vacía que sólo se escucha en esta tarde sin luna, el eco de tu silencio guardado desde lejos. 

No se cual es el secreto que escondes a tu vuelta, Tú sola lo cargas, Lo escondes y sufres, y lo sufrimos los dos.
Todo esto debería poder más que las tardes de lluvia y los días negros, 
donde me vuelvo simple y Te odio por completo por no estar a mi lado,
cuando muero de ganas por abrazarte, y no me permites demostrarlo.

No puedo vivir solo de oler tu sudor en mis manos, te he perdido hace ya tanto, 
que casi no te conozco, y amo a alguien de quien acaso recuerdo únicamente su nombre... Ya no se quién eres tú ahora mismo ¿me perdonas por perdonarte y a pesar de todo extrañarte?

Y los puentes que a mi paso colocas por alejarme, sólo me permiten verlo todo diferente. Es complicado entregar de una vez el regalo que de nunca nadie tuve, y mas nada me espera que el tiempo vacío y de búsqueda perpetua.

¿Cómo pelear con estas ganas que pugnan por salir a tu pronto encuentro?
Es que requiero correr el riesgo de exponerlo todo a tu favor, como siempre; aun en contra de mi propio sentido de conservación... Te miro guardando silencio mientras me desvanezco. Hoy parto poco a poco pero sigo velando por tu sueño.

Al final del día en que aún extraño... Sigo pensante tras tu aliento perdido a la distancia, y no me resigno aún a quemar mis sueños rotos; no sea que despiertes un día, te des cuenta de tu fallo y me busques de nuevo. Mientras tanto me oculto detrás de tu espejo, y te miro desnuda como ignorando mi mirada cautiva, en esa imagen perdida que acaso nunca nos muestre juntos de nuevo.

Al final del día, cuando cansados volvemos a tu cuarto, me quedo contemplando tu sueño mudo, y el eco de tu silencio me invade el pecho, que me oprime esta parte de mi que aun te pertenece, porque después de todo... Yo decido cómo amarte, aunque no te sepa a suficiente... y me vuelvo tu fantasma, después de haber sido tu amante.