CARTA ABIERTA A LOS JOVENES CHILENOS ,
INCLUIDOS LOS MIEMBROS JOVENES DE CARABINEROS DE CHILE.
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MARIODELAFUENTE@CHILE.COM
Las Fuerzas Morales se transmutan sin cesar en la humanidad. En el perpetuo fluir del universo nada es y todo deviene, como anunció, en ese tiempo obscuro, Heráclito Efesio. Al par de lo cósmico, lo humano vive en eterno movimiento; la experiencia social es incesante renovación de conceptos, normas y valores. Las fuerzas morales son plásticas, proteiformes, amebiformes como las costumbres y las instituciones en estados democráticos. No son tangibles ni mensurables, pero la humanidad siente su empuje. Imantan los corazones y fecundan los ingenios. Dan elocuencia al apóstol cuando predica su credo, aunque pocos lo escuchen y cada vez menos hasta que ninguno le siga; dan heroísmo al mártir cuando afirma su fe, aunque le hostilicen escribas y fariseos. Sostienen al filósofo que medita largas noches insomnes; al poeta que canta un dolor o alienta una esperanza; al sabio que enciende una chispa en su crisol; al utopista que persigue una perfección ilusoria. Seducen al que logra escuchar su canto sirenio; confunden al que pretende en vano desoírlo.
Son tribunal supremo que transmite al porvenir lo mejor de lo presente, lo que embellece y dignifica su vida. Todo rango es transitorio sin su sanción inapelable. Su imperio es superior a la coacción y la violencia. Las temen los poderosos y hacen temblar a los tiranos. Su heraclia firmeza vence, más pronto que tarde a la injusticia, hidra generadora de la inmoralidad social actual.
El hombre que atesora esas fuerzas adquiere valor moral, recto sentimiento del deber que condiciona su dignidad. Piensa como debe pensar, dice como siente, obra como quiere. No persigue recompensas ni le arredran desventuras. Recibe con serenidad el contraste y con prudencia la victoria.
Acepta las responsabilidades de sus propios yerros y reusa su complicidad con los errores ajenos. Sólo el valor moral puede sostener a los que impenden la vida por su arte o por su doctrina, ascendiendo al heroísmo. Nada se le parece menos que la temeridad ocasional del matamoros, del pretoriano, del nazi, del fundamentalista o del totalitario, que afrontan riesgos estériles por vanidad o por mesada de sinecura.
Una hora de bravura episódica no equivale al valor de Sócrates, de Spinoza, del Dr. Saveu H. Edatam, constante convergencia de pensamientos y de acción, pulcritud de conducta frente a las insanas supersticiones del pasado y a la avaricia del presente.
Las fuerzas morales, no son virtudes de catálogo, sino moralidad viva. El perfeccionamiento de la ética no consiste en reglosar categorías tradicionales. Nacen, viven y mueren, en función de las sociedades; difieren en el Rig-Veda y en la Iliada, en la Biblia y en el Corán, en el Romancero y en las Enciclopedias.
Las corrientes de los catecismos usuales, poseen el encanto de una abstracta vaguedad, que permite acomodarlas a los más opuestos intereses. Son viejas, multicelulares; están ya apergaminadas. Las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Templanza, Coraje y Justicia, eran ya para los socráticos, formas diversas de una misma virtud: la Sabiduría. Las conservó Platón, pero supo idealizar la virtud en un concepto de armonía universal. Aristóteles, en cambio, las descendió al ras de la tierra, definiendo la virtud como el hábito de atenerse al justo medio y de evitar en todo los extremos. De ésta visión no se apartó Tomás de Aquino, que a las cardinales del estagirita agregó los teologales, sin evitar que sus continuadores las complicarán. Estáticas, absolutas, invariables, son frías escorias dejadas por la fervorosa moralidad de culturas pretéritas, reglas antibiológicas que, de tiempo en tiempo, resucitan nuevos retóricos de añejas teologías.
Poner la virtud en el justo medio fue negarle toda función en el desenvolvimiento moral de la humanidad; punto de equilibrio entre las fuerzas contrarias que se anulan, la virtud resultó, apenas, una prudente transacción entre las perfecciones y los vicios como estamos viendo.
La concepción dinámica del universo relega a las vitrinas de un museo esas momias éticas, inútiles, ya para el devenir de la moralidad en la historia humana. Sólo merecen el nombre de virtudes las fuerzas que obran en tensión activa hacia la perfección, funcionales, generadoras de riquezas espirituales no materiales.
En su vidente libro de juventud escribió Renán..: "El gran progreso de la reflexión moderna ha sido sustituir la categoría del devenir a la categoría del ser, la concepción de lo relativo a la concepción de lo absoluto, el movimiento a la inmovilidad". Pocas sentencias son más justas que las del sutil maestro del Idealismo.
Para una joven generación de principios del siglo XXI, en Chile, es esencial conocer las fuerzas morales en las sociedades contemporáneas y que en la actualidad se encuentran en estado latente, por el miedo existente en una sociedad desmembrada que aun arrastramos post dictadura. Estas virtudes, aunque lo parezcan, no descansan bajo ninguna cúpula, ni siquiera la del terror. Más que enseñarlas o difundirlas, en la actualidad conviene despertarlas en la juventud que virtualmente las posee.
Si la catequesis favorece la perpetuación del pasado, la mayéutica, es propicia al florecimiento del porvenir.
Dichosas las nuevas generaciones de Oficiales Policiales de Carabineros de Chile, los jóvenes chilenos y los pueblos de América Latina, si los jóvenes de las nuevas generaciones, descubren en sí mismo, las fuerzas morales necesarias para la magna obra...: Desenvolver la justicia social en una nacionalidad continental.
"Jóvenes son todos los que no tienen complicidad con el pasado". Atenéa inspira su imaginación, da pujanza a sus brazos, pone fuego en sus corazones. La serena confianza en un Ideal convierte su palabra en sentencia y su deseo en imperio. Cuando saben querer, se allanan a su voluntad las cumbres más vetustas. Savia renovadora de los pueblos, ignoran la esclavitud de la rutina y no soportan la coyunda de la tradición ni de la traición. Sólo sus ojos pueden mirar hacia el amanecer, sin remordimiento. Es privilegio de sus manos, esparcir semillas fecundas en surcos vírgenes, como si la historia comenzara en el preciso momento en que forjan sus ensueños.
No perdamos tiempo en los daños que deje la ruta emprendida.
Cada vez que una generación envejece y reemplaza su ideario por bastardos apetitos, la vida pública se abisma en la inmoralidad y en la violencia ejercida para mantener el statut de los privilegios.
En esa hora deben los jóvenes empuñar la antorcha y pronunciar el verbo; es su misión renovar el mundo moral y en ellos ponen su esperanza los pueblos que anhelan ensanchar los cimientos de la justicia. Libres de dogmatismo, pensando en una humanidad mejor, pueden aumentar la parte de felicidad común y disminuir el lote de comunes sufrimientos, no importa si son civiles o uniformados, campesinos o ilustrados.
Es ventura sin par la de ser jóvenes en momentos que serán memorables en la historia de Chile. Las grandes crisis ofrecen oportunidades múltiples a la generación incontaminada, pues inician en la humanidad una fervorosa reforma ética, ideológica e institucional. Una nueva conciencia histórica deviene en la Patria y transmuta los valores tradicionales de la Justicia, el Derecho y la Cultura.
Intérpretes de ella, los que entrarán a la vida Institucional de Carabineros de Chile, sembrando fuerzas morales generadoras del porvenir, desafiando el recrudecer de las actuales resistencias inmorales y criminales que apuntalan el pasado.
Los jóvenes cuyos ideales expresan inteligentemente el devenir constituyen una nueva generación, de "buenistas" que es tal por su espíritu, no por su edad. Basta una sola actitud, pensadora y actuante, para dar a los Carabineros de Chile, personalidad en la nación. La justa previsión de un destino común permite unificar el esfuerzo e infundir en la vida social normas superiores de solidaridad, de las que actualmente carecemos.
El siglo XX se cansó de inválidos y de sombras, de enfermos y de viejos, de hipocondríacos, de obesos de paranoicos , de mentirosos, flojos y ladrones.
En el siglo XXI no se puede seguir creyendo en las virtudes de un pasado que hundió al mundo en la maldad y en la sangre. Todo se espera de una juventud entusiasta y viril. (donde viril NO es tener mucho sexo).
La juventud es levadura moral de los pueblos y las Instituciones. Cada generación anuncia una aurora nueva, la arranca de la sombra, la enciende con su anhelar inquieto. Si mira alto y lejos, es fuerza creadora. Aunque no alcance a cosechar los frutos de su siembra, tiene segura recompensa en la sanción de la posteridad. La antorcha lucífera no se apaga nunca, cambia de manos.
Cada generación de oficiales de Carabineros de Chile abre las alas donde las ha cerrado la anterior, para volar más lejos y si no lo hace en la actualidad es porque arrastran la inmoralidad de quienes pierden la memoria en cuanto jubilan, los abúlicos, ladrones y asesinos, los ineptos y hedonistas que alejados de la seguridad misma llegaron a cargos superiores.
Cuando una generación las cierra en el presente, no es juventud, sufre de senilidad precoz. Cuando vuela hacia el pasado, está agonizando; peor, ha nacido muerta.
Los hombres que no han tenido juventud piensan en el pasado y viven en el presente, persiguiendo las significaciones inmediatas que son el premio de la domesticidad y el servilismo. Débiles por pereza o miedosos por ignorancia, medran con paciencia y algunos medios de más, pero sin alegría. Tristes, resignados, escépticos, acatan como una fatalidad el mal que los rodea, aprovechándolo si pueden en su propio beneficio. De seres sin ideales ninguna grandeza esperan los subordinados, de esta desorganización ética, nada puede esperar un pueblo. Ganapanes a “lumazo limpio”.
La juventud sana reúne el entusiasmo por el estudio y la energía para la acción, que se funden en el gozo de vivir. El joven que piensa y trabaja es optimista; acera su corazón a la vez que eleva el entendimiento. No conoce el odio ni le atormenta la envidia. Cosecha las flores de su jardín y admira las del ajeno. Se siente dichoso entre la dicha de los demás. Ríe, canta, juega, ama, sabiendo que el hado es siempre propicio a quien confía en sus propias virtudes generadoras.
La juventud es prometéana cuando asocia el ingenio y la voluntad, el saber y la potencia, la inspiración de Apolo y el heroísmo de Hércules. Si no hay ingenio, no hay solucion a los problemas ciudadanos, menos a los de seguridad.
Un brazo vale cien brazos cuando lo mueve un cerebro ilustrado; un cerebro vale cien cerebros cuando lo sostiene un brazo firme. Descifrar los secretos de la naturaleza, en las cosas que la constituyen, equivale a multiplicarse para vivir entre ellas, gozando sus bellezas, comprendiendo sus armonías, dominando sus fuerzas. A la delincuencia no se le gana con la fuerza, no se le controla con los años de servicio. Se le vencerá sólo con el ingenio y la voluntad, con el saber aplicar la potencia, con la inspiración de Apolo y el heroísmo de Hércules, pero por sobre todo, se le vencerá con la única fuerza que vence, la Fuerza Moral que tanto nos falta a los chilenos, especialmente a nuestras autoridades.
Los hombres envejecidos no ven la magnitud de ambos problemas. Niegan la urgencia de asentar sobre más justas bases el equilibrio social; niegan la necesidad de solidarizar nuestro pueblo, como única garantía de su independencia futura. Es misión de los futuros Oficiales de Carabineros de Chile, o de las futuras policías preventivas tomar a estos ciegos de la mano y guiarlos hacia el porvenir. Arrastrándolos si dudan; abandonándolos si resisten.
Todo es posible, menos convencerlos. El que se fija en los daños que en el camino quedan es el tonto que mira el dedo cuando el sabio indica la Luna.
A cierta altura de la vida la ceguera es un mal irreparable. Los futuros Oficiales perderán su tiempo cuando esperen el impulso de los viejos. Es más razonable obrar sin ellos, como hicieron otrora los próceres, cuando supieron hacerse independientes y sembrar veinte gérmenes de una gran civilización continental.
Entusiasta y osada ha de ser esta juventud, civil o militar. Sin entusiasmo no se sirven hermosos ideales, sin osadía no se acometen honrosas empresas. Un joven escéptico está muerto en vida, para sí mismo y para la sociedad. Un entusiasta, expuesto a varias equivocaciones, es preferible a un indeciso que no se equivoca nunca. El primero puede acertar; el segundo jamás.
El entusiasmo, era ya para los platónicos una exaltada inspiración divina que encendía en el ánimo el deseo de lo mejor. El entusiasmo es salud moral; embellece el cuerpo más que todas las piochas y condecoraciones, más que todos los diplomas; prepara una madurez optimista y feliz. La felicidad es el fin de la humanidad.
El joven entusiasta corta las amarras de la realidad y hace converger su mente hacia un ideal; sus energías son puestas en tensión por su voluntad y su adrenalina le enseña a perseguir la quimera soñada. Olvida las tentaciones egoístas del camino que empiezan en la prudencia y acaban en la cobardía; adquiere fuerzas desconocidas por los tibios y los timoratos.
El enamorado de un ideal, de cualquier ideal -pues sólo es triste el que no tiene ninguno, -es una chispa; contagia a cuanto le rodea el incendio de su ánimo apasionado. Los entusiastas despiertan los temperamentos afines, los conmueven, los afiebran, hasta atraerlos a su propio camino; obran como si todo obedeciera a un gesto, como si hubiera fuerza de imán en sus deseos, en sus palabras.
La juventud termina cuando se apaga el entusiasmo, no cuando han pasado muchos años, entonces, en la actualidad tenemos una policía vieja, porque los que supuestamente debieran pensar para dirigirla, no tienen el entusiasmo necesario para cumplir los objetivos fundacionales de Carabineros de Chile, lo único que les interesa es ascender para tener el poder, por eso conviven perfectamente con los políticos..
No hay mayor privilegio que conservar el entusiasmo hasta bien entrada la edad viril; es don de pocos y parece un milagro en quien lo atesora hasta la ancianidad. Como Sócrates a su demonio inspirador.
En ese único secreto reside la eficacia de los escritores fieles a su doctrina y que saben afirmarla, proclamarla, repetirla: en cien formas, como las del torbellino, apasionadas. Son los heraldos de su tiempo y encuentran eco en el corazón de la juventud, siempre esquiva al razonamiento frío, enemiga de los sofistas solapados y de los capciosos contemporizadores. Sólo cosechan simpatía los que siembran su propio entusiasmo.
La juventud escéptica y dócil es flor sin perfume. De jóvenes sin credo, que no significa falta de religión, se forman cortesanos que mendigan favores en las antesalas, retóricos que hilvanan palabras sin ideas, abúlicos que juzgan la vida sin vivirla: valores negativos que ponen piedras en todos los caminos para evitar que anden otros lo que ellos no pueden andar.
La juventud obsesionada por las religiones o por la fe, sin ser su medio de vida, son incapaces de sentirse seguros materialmente. La fe no necesariamente puede centrarse en Dios o en algún tipo de creencia, los comportamientos sociales de los últimos se han encargado de demostrarlo.
El hombre que se ha marchitado es una juventud apática, por no haber vivido a tiempo, llega pronto a una vejez pesimista. Es esta otra razón filosófica de la incapacidad operacional de Carabineros, las actuales autoridades, perdieron más de 30 años, o sea, toda su madurez joven en actividades militares, no policiales, como dice el vulgo "gatos de chalet".
La belleza de vivir hay que descubrirla pronto, si no eres feliz en lo que haces como medio para ganarte la vida, te transformas en un "ganapán", que es la peor enfermedad, el cáncer de la burocracia y un shock en las policías. Si no lo descubres pronto o, peor si lo "encubres" por la incapacidad de desarrollarte en otro campo, nunca lo descubrirás que es el problema filosófico que genera la problemática de seguridad ciudadana en Chile y el progreso social en igualdad de condiciones.-.
MARIO A. DE LA FUENTE FERNANDEZ
TTE.(R) DE CARABINEROS DE CHILE
PRESIDENTE DE “OMIDECHI”
MILITARESDEMOCRATICOSDE@CHILE.COM
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