-Marita, no te costaba nada, te pidió unas monedas.
Ella camina fruncida y rápido por las veredas anchas de San Isidro, su hermana sabe que disparará la respuesta de siempre.
-Nena, no sabés que es un negocio esto de la limosna.
¿Vos te pensás que estos pibes se quedan con la plata? Crecé de una vez, querida, además vos no querrás que se droguen con las monedas que junten, porque andá a comprarle un litro de leche y te lo tiran en la cara. (recuerda implacable la anécdota familiar del sachet reventado en la vereda)
-(contesto, casi disparando sal, más que balas) Otra vez con lo mismo, si pedías pan y te daban agua, ¿que hubieras hecho?
-Mirá, por lo menos lo guardaba para después, y no lo derrochaba, sabés que pasa es que están acostumbrados a que les den, mira la prepotencia de sus ojos.
-Yo veo más en los tuyos, Marita, con perdón.
-Escuchame, pibita, sabés cuánto te falta para entender este mundo a vos, cuántas cenas te faltan pagar para comprender lo que es valerse por sí mismo y no perjudicar al otro por el simple hecho de joder.
-No, diría cuánto me falta...en realidad es otra la pregunta...
-Ah sí, a ver, cuál zurdita.
-Diría cuánto nos sobra, no?
-Ay, la verdad no te aguanto, no te aguanto...este finde me voy con mamá, vos te quedás con papá: él te entiende más. Además tiene la capacidad de reventarme las venas con sus ocurrencias...
-Cuáles? Marita, a mi me parecen de lo más divertidas.
-No te acordás no? cuando invitó a ese grupo de cartoneros a comer las empanadas y el locro, sólo porque no fue la tía y él hizo un montón de comida.
-A mi me pareció loable, más que entretenido, él lo pasó fantástico...después se quedaron comiendo un asado (que te recuerdo que lo pagaron ellos solos) y le dieron al tinto y a la guitarra. Le hizo muy bien.
-(ojos hacia el cielo de fastidio) Vamos!! nena cruzá, allá están las ofertas de groupon, supongo que trajiste la tarjeta no?
-Sí, sí, y también los descuentos para zapatos de la boutique del calzado. Apurémonos, ya cierran.
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