Una de las cosas que más me irrita en la vida es LA MENTIRA.
Desde chica mi madre me decía "no hay peor cosa que me mientas", "te puedo perdonar todo menos las mentiras". Y definitivamente eso es parte de mi herencia.
He dedicado horas enteras de mi existencia tratando de entender qué impulsa a una persona a mentir.
¿Me miente? ¿Te miente? ¿Se miente?
Hipótesis varias: mentir para burlarse del resto, mentir para sentirse aceptado, mentir para lograr un objetivo, mentir por no poder aceptar la propia realidad, mentir por ser víctima de sus mentiras al punto de creérselas como verdaderas.
Las mentiras pueden tener diversos disfraces: mentira piadosa,ocultamiento,broma,omisión,cambio de lo real para no herir...¡Más mentiras!
Y en medio de todo esto el dicho popular "la mentira tiene patas cortas"... ¡Gracias a Dios! Pero a veces lleva mucho tiempo ver que dicha frase es bastante (por no decir del todo) real.
Mientras uno "compra" la mentira es imposible distinguir fantasía de realidad. Generalmente hay una etapa intermedia donde empiezan a aparecer indicios de que algo (o todo) "no es tan así" y está en uno verlo o dejarlo pasar según el grado de beneficio y/o comodidad que hay en esa creencia. Y cuando cae el velo y se descubre que era una mentira ¡tantas cosas pueden pasar!
En mi caso particular un torbellino de palabras me atormenta: "ingenua", "boba", "crédula", "no puede ser", "¿qué gana una persona al mentir?", "¡¿cuándo aprenderé a desconfiar de la gente?!, "¿es bueno desconfiar?"
Obviamente todo esto es acompañado por sentimientos: asombro, bronca, enojo, dolor, resignación, más bronca...
Luego de superado este momento (por suerte...o no) mi actitud cambia frente al autor de LA mentira pero continuo creyendo en la gente y en que muchas personas no mienten por no encontrarle sentido al acto de mentir.
Y esta es una de las formas en que puedo sublimar los sentimientos que despiertan en mi las mentiras. Dejo otros minutos de mi existencia dedicados a esta reflexión. |