El canto del albatros emula al sonido del gallo del primer alba. Es un comienzo único, donde al horizonte se divisa infinito el mar. Los rayos del rey de los astros irradian el esplendoroso azul; casi podría imaginar el gran color de la tierra. Esta ataraxia es incomprensible ante los ruidos de la urbe. Subsiste algo de paisaje aun en el tercero de los planetas. Y, en medio de tal remanso está esta imagen que recuerdo: una sonrisa que deseo se dibuje de por vida.
Texto agregado el 28-06-2012, y leído por 148 visitantes. (2 votos)