Voy andando de verso en verso por la vida,
con un sosiego vago de sueños acumulados.
Desde siempre soy un preso de la libertad,
austero coleccionista de variopintas opiniones,
discrepante sin remedio de todas las traiciones.
Honrado apóstol de un creyente agnosticismo,
amante de la memoria del social subsuelo,
suave compañía de escondidos impudores.
Hermano de sangre de todos los silencios,
inseparable retrato de la perpetua espera,
simple reflexión de interminables vivencias,
lógico seguidor de días perdidos en caminos.
Soy eso que miras, que sueñas y que olvidas.
El propietario de lo que me resta de la vida,
si es que a ningún ave, brisa, viento o cielo,
se le ocurre discutir o permutarme mi destino.
Terminaré como he empezado, naturalmente solo,
años después que tú y yo, podamos morir de amor.
Y si he de cambiar, quisiera poder pensarlo dos veces. |