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LEYENDA LA TECAMPANA


Aproximadamente a un kilómetro al norte Teloloapan, en el estado de Guerrero, México, se localiza una pequeña elevación toda cubierta de pedregales. Desde tiempos inmemoriales ha estado envuelta en el misterio y que se conoce con el nombre del “Cerro de la Tecampana”, lugar especial que es visitado por todo aquel forastero atraído por la magia de la tecampana y la leyenda de ésta.

Una enorme roca sobresale del pedregal, cuya característica principal es que al ser golpeada con otra piedra suena con un sonido semejante al de una campana, un tañer claro y nítido como si fuera del más fino metal. Este es el canto de amor de dos jóvenes príncipes que de esta manera pregonan el amor y la felicidad por haberse amado, y a consecuencia de este amor prohibido fueron maldecidos y convertidos en esta piedra que canta.

Según la leyenda, a la muerte del Rey Azteca Ahuitzol, soberano muy cruel, tenía que sucederlo en el trono su hijo el príncipe TECAMPA a quien llamaban Cuali. Las tradiciones indicaban que para llegar a ser emperador Tecampa debía emprender la xochiyaóyotl o guerra florida, que a diferencia de las guerras de conquista, tenían por objeto procurarse prisioneros para sacrificarlos al dios del sol, Huitzilopochtli.

Al toque de los teponaxtles y rugir de los caracoles el joven príncipe emprendió su camino hacia el sur de la capital mexica. La meta era conquistar un pequeño reinado indígena ubicado en el lugar llamado Mexicapán e incorporarlo al imperio Azteca. Se trataba de un pueblo de raza chontal, cuyo calpixque o jefe del lugar llamado Texol vivía junto a su hija NA, joven de una hermosura inigualable que amaba mucho a su padre y era fiel a la independencia de su raza.

Texol junto con los hombres del poblado se prepararon para enfrentar al invasor.
Con el sonido del huéhuetl o tambor de guerra se inició la batalla, los guerreros de ambos ejércitos luchaban con fiereza, hondas, arcos, flechas con las puntas envenenadas, dardos, macanas y cuchillos de obsidiana, fueron utilizados con destreza por los dos bandos luchando aguerridamente, cuerpo a cuerpo; pero a pesar de lo encarnizado de las batallas pasaban los días sin que hubiera un vencedor.

El viejo Texol, con su habilidad, inflige severas bajas al ejército invasor y el príncipe Tecampa derrama la sangre de los defensores en los campos de Mexicapán. Después de casi un mes el pueblo no había sido conquistado, pero los víveres se iban agotando, el maíz, frijol, chian y demás comestibles escaseaban, los viejos sacerdotes encendían el copal frente a la imagen de su dios representado en una piedra, para que los males se aplacaran y sus guerreros salieran victoriosos. No obstante, el invasor se apoderó de los manantiales que surtían de agua a los lugareños, que por el asedio, morían de sed.

Para poder sobrevivir había que reconquistar los manantiales, aunque fuera a costa de sus vidas. La princesa Na que siempre estaba al lado de su padre, le dijo: -“La vida de tus guerreros es más necesaria para defender el reino, más que la mía, y yo voy por el agua para ti, para tu pueblo y para tus guerreros. Ordena que me acompañen las doncellas que quieran sacrificarse conmigo-”.
El rey Texol, gran guerrero, pero padre al fin, le contestó con adusta tristeza: -“Ve por el agua y que Chalchiutlicue, la diosa de los torrentes y de los ríos te proteja”-.

Al día siguiente la princesa con sus doncellas se dirigió a la pila de Xochitla —lugar donde abundan las flores—, y guarnecido por un grupo de guerreros al mando del príncipe Tecampa, quien despreocupado contemplaba el infinito. El tumulto y la gritería provocados por la aprehensión de las doncellas volvieron a la realidad al distraído guerrero y al ver la escena ordenó con voz resuelta que liberaran a las jóvenes. La princesa Na, mirando al poderoso y enérgico jefe, preguntó valientemente:
—Señor, ¿tú eres el Rey de los Aztecas? —, y él contestó:
—Si, ¿qué quieres Bella flor?—
—Deseo que a cambio de mi vida y la de estas doncellas me permitas llevar agua para mi pueblo que muere de sed, yo se que tu eres bueno pues mi corazón me lo dice…
Tecampa sorprendido por la declaración, pero ante todo, prendido de la belleza y valentía de la joven quedó enamorado de ella.
—Toma el agua que quieras y si algo vale para ti esta muestra de generosidad, mañana cuando salga el sol, te espero en aquella elevación rocosa, no para ofrecerte agua, sino mi corazón y mi sangre.
Na, flechada por la gallardía y disposición de Tecampa suspiró y le dijo:
—Gracias por tu grandeza, llevaré el agua y mañana estaré en el lugar indicado —

Después de haber repartido el agua entre la sedienta población, Na pensó en la cita con Tecampa, en su corazón había una lucha muy grande: por una parte, el cariño a su padre, a su pueblo, y por otra su palabra empeñada al rey azteca, así como el agradecimiento que su nobleza de corazón le dictaba, además del amor que le había despertado el príncipe Tecampa.
Después de haber reflexionado decide ir a la cita donde
Tecampa
esperaba ansioso. Al verla, él corre a encontrarla y a estrecharla y con pasión le dice:
—“Mi bella Na, allá a la derecha de aquel volcán de Tollocan, se encuentra mi poderoso imperio Azteca que desde este momento te ofrezco para que juntos hagamos felices a nuestros pueblos” —
Pero el padre de la princesa, que la había seguido, se dio cuenta que su hija había ido al encuentro del más grande enemigo de su pueblo, quien había causado grandes pérdidas. Con el corazón destrozado, lleno de ira y viendo en este amor la más alta traición, El viejo Texol les dice:
— “Malditos sean los dos príncipes” —

Y luego imploró a los dioses de su pueblo para que dieran un castigo ejemplar a los traidores, rogándoles convirtieran en piedra a los enamorados. Fue así que, los cuerpos de los jóvenes que estaban en amoroso abrazo se convirtieron en una gran piedra, y desde entonces TECAMPA y NA están unidos para siempre.

Cuentan que cuando alguna mano llega a tocar esa hermosa piedra, se escuchan, como tañer de campanas, las palabras de amor que se dicen los príncipes en el dulce y melodioso sonido de la tecampana


Jesús Octavio Contreras Severiano.

Sagitarion


Texto agregado el 25-06-2012, y leído por 3325 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
26-06-2012 Gracias Shou por la iniciativa de hacer resugir esta página de leyendas del mundo. Y gracias a Sagitarion por la hermosa leyenda, que muestra la guerra florida desde el punto de vista de los vencidos, y que como todas las leyendas, puede prestarse a reflexiones sobre hechos mas cercanos en el tiempo. loretopaz
26-06-2012 muy buen aporte a este sitio de leyendas donde aprendemos de manera sencilla la cultura heredada divinaluna
25-06-2012 Las leyendas emocionan, y esta no es la excepción, bien por compartirla... un abrazo rub sendero
25-06-2012 Una leyenda para recordar...***** achachila
25-06-2012 Las leyendas tienen esa cualidad indiscutible de mostrarnos los matices diversos de la cultura, y que permanecen en la memoria colectiva. Gracias Sagitarion por darmos a conocer en este espacio la Tecampana, de México. Shou
25-06-2012 Gracias por compartir esta hermosa leyenda. Muy linda iniciativa.***** girouette
25-06-2012 Shou, gracias por tu invitación, ya que así conozco este lugar. En cuanto a la leyenda, me parece exquisita y con un gran mensaje de vida. Excelente. SOFIAMA
25-06-2012 La leyenda es bellísima, y el texto brillante, gracias por compartirlo. Es una iniciativa magnífica. ***** lider_de_masas
25-06-2012 Gracias por compartir esta leyenda,tragicamente bella y reflexiva.Mis******* almalen2005
 
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