Todo tenía papelillos amarillos pegados. El frigorífico, la taza, la leche, el teléfono, el jabón...parecía algo irreal. Pensó que estaba soñando. Cada cosa tenía su nombre. La mesa era "la mesa". El azúcar era "el azúcar". Una pesadilla, eso debía ser; últimamente dormía mucho, sin querer cerraba los ojos y dormitaba horas. Cuando viniera su hijo le preguntaría. Su hijo era muy inteligente, había hecho dos carreras universitarias. Estaría a punto de llegar. Volvió a mirar aquellos papelillos, la casa parecía un mercadillo con los precios sobre las cosas. Esperaría, todo tendría una explicación.
¿Mamá? ¿Mamá? Silencio. Entró en el salón y allí estaba sentada en el sofá, con los ojos cerrados pero sentada. Un nudo se le apretó en la garganta. Le acarició una mano. La recordaba tan risueña y alegre...El alzheimer seguía pasito a pasito...con momentos de lucidez...