Los ojos ámbar… alucinaciones matizadas Tu boca… sobre carnosos frutos un néctar derramado El cuello… la fragilidad de la rosa que al tacto lastima Tu pecho… cofre de impulsos carmesíes que mí oído deleita Los senos… flores abiertas al colibrí de su polen sediento Tu abdomen… lienzo para mis cinco pinceles que cosquillas te provocan El ombligo… mitad de cuerpo donde la sensualidad máxima aguarda Tu edén… viñedo cuyas puertas al abrirse suspirar hacen tus labios y rebosan una bebida embriagante. Los muslos… guardianes que protegen la entrada al sagrado templo. TU… Diosa desnuda ante la locura de mi vista.
Texto agregado el 24-06-2012, y leído por 134 visitantes. (1 voto)