En un bosque lejano muy en lo profundo de la espesura vive la mujer más hermosa del mundo. Hay quienes la han visto pero no han vivido para contarlo, hay quienes han escuchado su melancólica canción pero no han quedado lo suficientemente cuerdos para contarla y hay quienes han sentido su dulce aroma en el ambiente pero no encontraron el camino de regreso. Se decía que tenía un fuerte hechizo el cual la condenaba a quedar eternamente sola mientras irradiaba belleza como el sol irradia luz en un suave día de verano.
En aquellos días había un poblado cerca llamado Liah, este poblado era conocido por albergar a los buscadores de aventuras quienes querían comprobar la existencia de Aliah, la mujer más bella y hechizada del mundo. Pero poco a poco estos aventureros empezaron a escasear; muchos habían muerto, muchos se habían vuelto locos y muchos habían desaparecido. Poco a poco el medianamente construido poblado fue quedándose sin gente hasta que el flujo constante de aventureros se detuvo casi por completo.
Fué en estos días finales de Liah que llegó al pueblo un extranjero de tierras muy lejanas quien se había perdido en búsqueda de la luna. Al llegar al pueblo busco en la taberna información para encontrar su camino perdido pero sólo le pudieron dar la historia de Aliah eternamente hermosa y eternamente sola. El extranjero no se inmutó hacía esta historia y como muchos otros quiso averiguar la verdad de Aliah y ayudarla, era parte del encanto del extranjero. En el pueblo le desearon mucha suerte mientras preparaban una camisa de fuerza, una tumba vacía y el mapa de búsqueda para su regreso.
El extranjero camino y camino durante muchos días y noches. Caminó hasta un pequeño río pero no escuchó más que el sonido del agua al correr, caminó hasta un gran campo de flores pero no sintió más que el olor de la primavera, caminó hasta la cima de una gran montaña pero no vio más que la majestuosidad del bosque. Cuando finalmente se dio por vencido, dejó de buscar y tomó el camino de regreso al pueblo, sintió un dulce aroma en el aire mientras que a la vez escuchaba una melodiosa voz que cantaba una melancólica canción que nunca había escuchado jamás y sus pies lo guiaron hacia una imagen que no pudo olvidar hasta que murió y aún así su recuerdo quedó en el aire buscando otro a quien mostrarse.
La imagen que tenía ante sí era del sueño más idílico que podría haber tenido alguien en el mundo, las palabras quedarían cortas para describirlos o faltarían. Pero para intentar acercarnos a la realidad diremos que lo que el extranjero vió fué a Aliah sentada sobre una piedra en medio de un campo cuya mitad era un hermoso pastizal lleno de flores y la otra un tranquilo lago que parecía reflejar la quietud del cielo cual espejo. Aliah sentada en el centro sobre la piedra veía distraídamente la quietud del agua y cantaba la canción más melancólica que la mente humana podría imaginar. De tan solo escuchar la melodía el extranjero empezó a sollozar en silencio, junto con el resto del bosque.
Aliah no se percató de la presencia del extranjero hasta mucho después, estuvo cantando una canción tras otra, cada una más melancólica que la anterior, cada una más triste. Cantó durante mucho tiempo, las melodías se entrecruzaban entre sí creando nuevas melodías, las letras de las canciones se fusionaban para luego destruirse y crear canciones que nunca fueron escuchadas. El tiempo se volvió uno con Aliah, el tiempo también sollozó su soledad pero aún así el tiempo tuvo que dar paso al nuevo tiempo. ¿Cuánto tiempo estuvo cantando? Ella no estaba segura pero cuando finalmente terminó vió al extranjero observándola con lágrimas en los ojos.
Lentamente el extranjero salió del sueño profundo al que había caído por la canción del Aliah, lentamente sus sentidos regresaron a ser parte de su control y pudo sentir el paso de mucho tiempo en tan sólo un segundo. Aliah era hermosa, tratar de describir cómo veía el extranjero a Aliah sería una injusticia pero para poder expresarlo con simples palabras podríamos decir que tenía el cabello de un castaño rojizo que se movía con el viento cual fuerte fuego que baila mientras devora lentamente la madera de una hoguera, sus profundos ojos castaños reflejaban sabiduría de mil años pero contrastaban con la juventud de su sonrisa, su piel blanda y tersa como la de un recién nacido reflejaba unas pequeñas lágrimas que la habían acompañado todo el tiempo.
Aliah lentamente se secó las lágrimas mientras veía a aquel extranjero, era distinto a todo hombre al que había visto, era extraño, tenía la mirada anhelante de quien busca algo que ya tiene pero no se da cuenta. Lentamente pudo ver que la mirada iba cambiando a la que tanto conocía de los hombres con quienes se había cruzado tanto antes, una mirada de deseo y pasión. Este cambio fué el que le indicó que debía correr a lo más profundo de lo profundo del bosque, el extranjero salió corriendo detrás de ella persiguiéndola. Aliah tenía una mezcla de miedo y excitación mientras era perseguida por este extraño extranjero con mirada lujuriosa, finalmente la alcanzó y juntos dieron tumbos hacia el final del bosque y el inicio de un verde y extenso prado.
Rodaron, aplastaron el largo pasto, se levantaron, Aliah volvió a escapar pero el extranjero la atrajo a si mismo otra vez, cayeron de nuevo sobre el pasto y en un juego entre una pelea de amantes y una lucha por la vida las ropas que tenían fueron desapareciendo. El deseo entre ambos se podía sentir en el aire, el sol se ruborizó de lo que veía, las nubes se tapaban los ojos ante la escena que presenciaban y las plantas se reían cómo amigas cómplices de un juego inocente. Ambos se unieron, si alguien los hubiera visto habría pensado que eran uno o tal vez dos o tal vez ninguno pero estaban en el extremo del mundo nadie pasaría por ahí, su unió duró mucho tiempo aunque el mismo tiempo no quería pasar incluso él mismo sentía siento recelo de ver lo que sucedía.
Finalmente tanta pasión, tanta osadía, tanta energía fue bajando el ritmo hasta que finalmente tumbados uno a lado del otro se quedaron dormidos abrigados por el largo pasto que los rodeaba y el tiempo finalmente pudo pasar.
Cuando el extranjero despertó se encontró con la luna llena en lo alto del cielo, recordó su búsqueda pero no deseaba irse. La luna triste de que no la buscara se fué ocultando lentamente para darle paso a un nuevo día. El extranjero se dió cuenta de esto y lentamente se desperezó para buscar nuevamente a su amada luna, mientras buscaba sus pertenencias posó su mirada sobre Aliah y algo en su interior se partió en dos. Una parte de él deseaba quedarse con ella eternamente, escuchar su melancólica canción y sollozar junto con el bosque; la otra parte deseaba salir corriendo en búsqueda de su amada luna de quien sólo tenía una parte de su nombre pero ella todo su corazón.
Aliah lentamente se fue despertando y vio a su dulce extranjero roto, sintió mucha tristeza y empezó a cantar. Muy en su interior sabía a quien pertenecía su corazón, pero ella deseaba que él se quedara ahí con ella, había estado tanto tiempo sola y estaría aún más tiempo sola que aunque sea unos años de alguien eran como un chorro de agua fresca en medio de un árido desierto. El extranjero al escuchar la canción nuevamente se rompió de nuevo, una tercera parte de él deseaba poder darle felicidad a Aliah para que sus canciones no sólo reflejaran tristeza o nostalgia.
Lentamente el roto extranjero se acerco al macuto en el que llevaba toda clase de cosas que fue recolectando a lo largo de su largo viaje y empezó a buscar. Extrajo una gran capa con múltiples bolsillos en su interior, de uno de los bolsillos extrajo una pequeña caja de cristal transparente pero no se podía ver lo que había en su interior. Abrió la frágil caja de cristal y susurró algo a su interior, lentamente la cajita empezó a cambiar de colores y múltiples letras aparecieron en sus lados, una cálida luz apareció en el pecho desnudo de Aliah que apuntaba al centro del cristal y un suave calor empezó a inundarla desde el fondo de su ser. La felicidad se empezó a acercar tímidamente a Aliah después de muchísimos años, poco a poco al inicio pero con más seguridad después la felicidad conoció a Aliah y se quedó con ella.
Aliah se sintió feliz, su canción cambió de una triste melancolía a una desbordante felicidad. Lentamente empezó a entonar notas nuevas que llenaron el ambiente, el sol empezó a brillar con mayor intensidad como respuesta a la nueva canción, el pasto se veía aún más verde y bailaba con el viento al compás de las melodías quienes de tanta felicidad daban vueltas por el bosque despertando a todo lo que pudiera despertarse. El extranjero se acercó lentamente a Aliah y le entregó la pequeña caja de cristal cerrada, le susurró unas palabras al oído y se fué caminando hacia el bosque en busca de su amada luna. Aliah se quedó un poco triste pero la nueva felicidad y las palabras del extranjero la mantuvieron con un fuerte ánimo. El extranjero escucho su nuevo canto hasta mucho después de haber dejado aquellas tierras.
Muchos, muchísimos años después Aliah se encontraba sentada al margen de un pequeño río cantando y riendo mientras jugaba con el correr de las aguas quienes escapaban de ella tan sólo para divertirla. Cuando del bosque apareció una figura con muchos, muchísimos años encima que la observaba anhelante. Ella ya conocía la mirada e iba a empezar a correr escapando que aquella figura pero un instante después reconoció la mirada del extranjero roto quien le había dado su valiosa caja de cristal. Lentamente se acercó a él mientras reconocía cada parte de su cuerpo, lo abrazó con dulzura y pasión mientras caían al suelo pero esta vez el aire no se llenó de deseo ni el sol se ruborizó ni las nubes se taparon los ojos ni las plantas se rieron. Esta vez todos miraron expectantes el reencuentro de aquellas dos almas.
- Me dijiste que regresarías, estuve esperando durante mucho tiempo este momento. ¿Encontraste a tu amada luna?
- Si, finalmente la encontré. Pero encontré a mi amada luna solo para saber que lo que realmente anhelaba era estar aquí contigo.
Aliah sonrió como nunca antes había sonreído; la joven expresión de su rostro era hermosa, no podríamos describir con las limitadas palabras lo que expresaban pero podríamos decir que reflejaban amor, ternura, tristeza, melancolía, felicidad, risas, lágrimas y muchos sentimientos más, para los que no hay palabras que los describan. El extranjero roto vió todos estos sentimientos y por fin pudo estar en paz, estaba en donde debía estar. Aliah lentamente sacó la cajita de cristal y se la dió al extranjero roto, él la abrio y la parte que dejó dentro volvió a él, de nuevo era uno y no estaba roto. Lentamente ambos se unieron en un eterno abrazo mientras la vida los dejaba dormidos en un sueño profundo y tranquilo.
Aquel día el sol no quiso brillar más y se oculto detrás de las nubes, las nubes de tanta tristeza empezaron a llorar mientras el viento se escondió detrás de una montaña en un eterno sollozo y las flores decidieron ocultarse. |