Pensé que no llegaría el día
que el sol de la mañana fuera mi droga.
Como dijo el Nuevo Orden alguna vez
pensé que jamás
así sería.

Pero hoy el blanco de las montañas
me desarma
el azul del cielo me inspira.
Los verdes de los prados
me invitan
a volver a la niñez pérdida.

Pensé que jamás llegaría el día
en que tu rostro
aunque ausente
estuviera presente.
Jamás creí que así fuera
porque todo lo que vi antes
era mentira.

Pero hoy todo se me ofrece
limpiamente al cuerpo
y ya nada mediante
puedo disfrutar de los regalos del cielo.

Me he quitado los lentes
que mil años taparon mis ojos
que tantas lágrimas derramaron
por ser más ciego que lo negro.

Y hoy el agua bebo
la siento alimentando a mi cuerpo
como la gasolina necesaria
para seguir viviendo.

Y tú siempre estás ahí
con tu cara de tonto
aunque mueras cien mil veces
y me arrastren por el suelo
y me escupan sangre
y lancen fuego
jamás morirás en mí
porque me podrán robar el cuerpo
pero jamás tus recuerdos.