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Idea Original: Yuko
Escrito en colaboración con Eva de Vicente
Editorial No Te Lo Puedo Creer
2011


I


-No te pongas nerviosa, si mis padres estarán encantados de conocerte - le dijo a su novia, mientras le frotaba una rodilla con la mano derecha al mismo tiempo que con la izquierda giraba lentamente el volante del BMW negro, para doblar y entrar al garaje de la casa de sus progenitores.
Antes de salir del automóvil, los dos jóvenes se miraron esbozando una tímida sonrisa de complicidad.
Al descender del vehículo Alice no pudo evitar en contemplar la fachada de la casa durante un instante, era una casona de medianas proporciones que bañada bajo la luz de luna llena de aquella noche, se le presentaba con un aspecto mucho más señorial que seguramente debía tener durante las horas de sol.
Caminaron hacia la puerta, Alice llevaba una bolsa de supermercado que contenía ensaladas preparadas y un pastel de chocolate (“el favorito de mamá” según palabras de Daniel; Aunque Alice en realidad sabía que era el favorito de su novio).
Daniel, puso el dedo en el timbre y enseguida desde el otro lado se escucharon algunos ruidos ahogados por la construcción, pies descalzos corriendo y voces chillonas – seguramente de alguno de sus hermanitos.
La puerta se abrió y ambos jóvenes bajaron la cabeza, allí estaba Ryan sonriendo pícaramente, los ojos del niño tan claros como el cristal se iluminaron al ver a su hermano mayor. Daniel lo levanto en brazos y le plantó un sonoro beso en la frente.
-Alice, te presento a mi hermano Ryan, el enano más simpático que conozco-
Ryan se revolvió un segundo en los brazos del joven, y luego hizo un ademán para que lo soltase.
-Encantado Alice novia de mi hermano- miró a Daniel un minuto y frunciendo el ceño, levanto su dedo delgado y le dijo:- Mira tú, ¡que no soy ningún enano!- y luego entro a la casa, anunciando la llegada de las visitas a gritos.
-Ryan, no grites- se oía la voz de su madre escondida tras la pared del comedor.
Cerro la puerta tras sí, y justo en el momento en que lo hacía pudo ver a su padre levantándose del sofá y acercándose a ellos con una expresión de cálida bienvenida.
-¿Así que tú eres Alice?, mucho gusto soy el padre de Daniel- miro a su hijo sonriéndole con los ojos –Eres más bonita de cómo te describió este granuja- dijo al tiempo que le revolvía el cabello al joven, que sólo limito a encogerse de hombros intimidado.
-Alice, querida, tenía tantas ganas de conocerte- exclamo una mujer acercándose mientras se alisaba la falda. Daniel le paso la mano por los hombros. –Hola mamá- y luego la brazo con fuerza, como si en ello se le fuera la vida.
-Te traje a mi Alice, ella es mi mamá- las presento haciendo el típico gesto con la mano.
-Mucho gusto señora, también tenía muchas ganas de conocerla- sonrió la chica dejando entrever un poco los dientes.
La mujer desvió la mirada hacia el otro extremo de la habitación, donde se encontraba la pequeña Kylie, jugando con unos animales de felpa.
-Kylie, llegaron visitas- dijo con voz dulce; La niña se levantó del suelo y limpio la palma de su sonrosada mano en el faldón de su delantal, para luego extendérsela a la recién llegada.
-¡Oh, que niña más educada!- exclamó Alice en tono exagerado. Daniel sonrió interiormente, Alice se había pasado de la raya, pero al parecer nadie lo noto sólo él.
Luego de una corta conversación, sentados en el living, en torno a toda la familia llegó la hora de pasar a la mesa del comedor. La madre de Daniel se esmeraba en distribuir los lugares para que cada cual se sentase.



II



-Y ¿Cómo te va en el trabajo?, supe que te quieren ascender a jefe de sección- comento el padre mientras se llevaba un bocado de estofado a la boca. Daniel mastico, tragó y luego respondió.
-Espero que sea esta semana, ya que me viene muy bien el aumento para el nuevo departamento que vimos- dijo al tiempo que miraba a su novia de reojo. Esa era la señal para que ella siguiera narrando la historia del departamento nuevo. En el edificio que vivían habían llegado personajes extraños, vinculados a cosas turbias, por lo que la pareja de jóvenes se apresuró en buscar un nuevo lugar donde habitar, y claro, habían encontrado este precioso departamento, más central y con todos los beneficios que lo rodeaban, bien valía el dinero que pedían por él.
- Deberían verlo tiene una vista hermosa de la ciudad y el puerto…-divago Alice.
La madre le sonrió con dulzura, y siguió con sus actividades alimenticias.
Luego, vino el postre y después café para seguir con tan cálida tertulia familiar.
Daniel apretó la mano de su novia por debajo de la mesa, como tratando de hacerle sentir lo mucho que la amaba; Pero por la mirada de ella sabía que no necesitaba recalcarle aquello.
-Alice querida, ¿me ayudas con los platos?-. La chica soltó la mano de Daniel y se levantó de la mesa moviendo la cabeza afirmativamente y sonriendo.
-Bueno, si me disculpan yo seguiré con mi investigación del caso Morris…- anuncio el padre lanzando un bufido mientras se alejaba hacia el living.
Daniel miro a su alrededor y se encontró solo, por lo que decidió subir a su antigua habitación a tenderse en la cama y reposar un momento.
Los niños se le atravesaron a la subida de la escalera, él freno en un brusco movimiento y contemplo un momento como sus hermanos se alejaban corriendo por el pasillo que conducía a la cocina. Giro la cabeza y vio a su padre tan metido en sus asuntos, que prefirió no interrumpirlo para decirle que subiría un momento a descansar. Mientras ascendía, recordó sus juegos de niño en aquel segundo piso, una vez su madre le conto que de bebé se arrancó de los brazos de su tía Elsie quien pretendía ponerle un pañal limpio, y que corrió por todo esa segunda planta y detrás suyo su tía con el pañal en la mano y gritando “que el bebé se va a resfriar, así desnudito como esta”.
Sonrió y movió la cabeza, entro a su cuarto sin encender las luces, se sentó en la cama y se descalzo de sus zapatos deportivos, luego se acostó y cerró los ojos.




III


No se sentía ningún ruido, sólo el de la noche y sus misterios escondidos, un leve crack seguido de una fuerte punzada de su cerebro lo hizo reaccionar, se halló frente a la puerta entreabierta de su habitación, recorrió con sus ojos aquel cuarto como si le fuera desconocido, un extraño escalofrío le hizo bajar la vista y observo con horror que en su temblorosa mano derecha sostenía un cuchillo embadurnado de ¿mermelada de fresa, quizás?... Al darse cuenta abrió los dedos y lo dejo caer al suelo, este reboto una vez con un sordo clink clink; ¡No era mermelada…era…era…SANGRE…!
Avanzo torpemente hacia el baño, tropezando con cuanta cosa se le interpusiera en el camino, tanteando la pared encontró la luz, esta ilumino el pequeño cuarto cubierto con papel tapiz crema a rayas violetas. Un, dos y tres pasos para situarse frente al espejo ovalado, apoyo sus manos en el lavabo, y presiono fuertemente la superficie; Fue subiendo poco a poco la cabeza, tenía miedo, sentía náuseas y definitivamente ganas de vomitar…¿Qué había hecho?¡¿Qué había hecho?!¡¡¿Qué mierda había hecho?!!!...
Clavo sus ojos en su reflejo, en sus mejillas sobresalían manchas rosáceas, en su camisa se veían más oscuras y más grandes, sus labios estaban resecos y su cabello revuelto con algunos mechones pegados a la piel a causa de la transpiración. Sus latidos se aceleraron cada vez más con el sólo hecho de pensar recorrer la casa en busca de alguna explicación. Volvió en sus pasos hasta llegar a la puerta de su habitación, agarro el pomo de la puerta y tiro de él, suavemente. Adelanto unos pasos hasta encontrarse en el centro de la segunda planta, de pie y temblando descendió titubeante los escalones uno a uno; La tenue luz de luna que entraba por las vidrieras del comedor le daba un aspecto más escalofriante a todo su alrededor.




IV


Derrepente le vino un olor penetrante y metálico, como a hospital, en plena oscuridad vio brillar algo sobre la alfombra del living, se acercó lentamente y pudo distinguir que se trataba de un líquido, sus ojos siguieron recorriendo en torno a aquel descubrimiento y con un horror próximo a la locura, reconoció los cuerpos bañados en sangre y sin vida de sus queridos hermanitos, sus pequeños hermanos, esos niños inocentes ajenos a la venenosa demencia que parecía haberlo invadido momentos atrás.
Camino hacia ellos para tratar de convencerse de la situación, pero en esa tarea tropezó con lo que parecía ser…otro bulto de carne. Bajo la cabeza y contemplo los ojos semicerrados de su madre, sobre el pecho de ella descansaba la mano de Alice, y a los pies de lo que había sido su novia se encontraba su padre, sujetando aún en su mano un manojo de papeles arrugados y rojos.
El espanto del macabro retrato familiar lo hizo retroceder hasta chocar con la pared que separaba el comedor del pasillo principal, se agarró la cabeza y comenzó a deslizarse hacia abajo por la superficie blanca y fría, se abrazó las piernas quedando en posición fetal.
A su mente le llegaban imágenes entrecortadas e iluminadas como con luces de discoteca, él desenvainando el cuchillo de caza que su padre guardaba en una caja en la habitación matrimonial. Él deslizando su mano suavemente por el barandal mientras bajaba los escalones con paso cansino. A su padre mirándolo con ojos confusos y temerosos, su madre aproximándose al living y ahogando un grito con la mano, a sus hermanitos apretujándose con fuerza y gritando mientras él se aproximaba a ellos. Y la imagen final la llenaba Alice con todo su rostro bañado en sangre…
Se sacudía presa de un horripilante y nauseabundo sentimiento, cuando una risa de niño lo sacó de su aturdimiento. Las luces estaban prendidas y Alice con él, junto a sus padres se encontraban en el comedor, miro a su izquierda y vio a su novia de pie junto a él, extendiéndole su mano en ademan de ayudar a levantarlo de la silla; Daniel acepto el gesto y fue ahí, cuando sintió un tirón a su brazo por parte de la chica, ella lo estrecho contra su cuerpo y luego le rodeo la cintura con uno de sus brazos; Daniel reapareció en el escenario anterior, oscuro, frío y con ese penetrante olor a metal. Quien lo sujetaba era Alice, la miro directamente a los ojos, y descubrió unos ojos que lo miraban sin ver, y unos labios que sonreían tétricamente dejando ver unos enormes dientes amarillos y chuecos.
Un puntazo seguido de un terrible ardor le atravesó las entrañas, la sangre salió a borbotones y empezó a resbalarle desde el abdomen, rodo por sus piernas y se convertía en un charco a sus pies.
Se sujetaba con fuerza de una de las mangas de la blusa de Alice, sus ojos enfebrecidos inspeccionaban todo a su alrededor como buscando algo o alguien que lo sacara de tan desesperante realidad, por una milésima de segundo pudo comprobar que Alice yacía en la alfombra en la misma posición en que la había descubierto.
Ya sacudido por inevitables estertores miro por última vez el rostro de su verdugo…
En su último y consiente camino por el túnel hacia la luz, divisó a Alice extendiéndole su mano y susurrando que se apresurara que su familia lo esperaba del otro lado… para cenar.

Texto agregado el 19-06-2012, y leído por 95 visitantes. (0 votos)


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