Ahí estás siempre
sentada en la oscuridad
con las manos vacías
esperando nada.
Tus brazos fuertes, tibios
que abrazaron ayer
tantos nidos que hoy
se han ido.
Y sigues ahí
con la mirada perdida
con el corazón palpitante
mientras cae la lluvia.
Y nada te inmuta
nada te importa
ni siquiera las gotas
que rozan tu frente
y humedecen tu alma.
Te paseas en la eternidad
de los recuerdos que duermen
entre los sueños que aún no sueñas.
Esperas lo que sabes
jamás llegará.
Pero esperas digna
con la frente en alto
y un cigarro en la mano
sentada en el bosque.
Y los dían pasan y pasan
y el tiempo no existe
la generosidad está ausente
porque nadie está presente.
Oh, sí sola esperas
y no duermes
sabes que la única visita
será la muerte.
Texto agregado el 01-08-2004, y leído por 142
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