Soy su mejor opción entre los doce;
para realizar su destino, por el elegido;
el plan de la Pasión ya está en marcha,
yo tengo que entregar al prometido.
La ortodoxia religiosa, con su literatura;
y sus reglas de moral histórica, dudosa;
distorsionan la verdad del bien y el mal,
y me encierran en el mal, en pobre prosa.
La casa de Simón “el leproso” fue testigo,
del momento cumbre de la historia,
en la cual el Nazareno me indica,
lo que tengo que realizar para su gloria.
El Maestro en secreto grave, pidió discreción;
en la ardua misión que debía encomendarme,
que yo era superior en condiciones a mis pares,
y por ello, un secreto íntimo debía develarme.
Para que el mundo despierte su conciencia,
yo sería del mundo su arquetipo;
realizar las acciones humanas necesarias,
y el termine en la cruz con dos bandidos.
Respeté su decisión sin sublevarme,
fui la piel del mundo, en su pedido.
Su alter ego, sombra negra, oscuro hermano;
así él vuelve a habitar en lo divino.
(Traición impulsada por resentimiento,
no soporto la superioridad de otra persona,
son deslealtad y perfidia restablezco
mi autoestima en estado de coma.
Complejo de inferioridad; deseo de venganza,
sentimientos de culpa y arrepentimiento vano.
Todas estas atrocidades y otras leves,
incurren las “escrituras” en su descargo.)
Ya han pasado más de dos mil años,
se ha cumplido el plazo del silencio,
es momento de cambiar la visión mía,
que la exégesis ha venido manteniendo.
Por convicción elegí morir ahorcado,
así el mundo tiene un reflejo de sí mismo,
lo amé con éxtasis cuando fui humano
y acepté con respeto mi vergonzoso camino.
Llegó el momento de exigir mi recompensa,
los gnósticos entienden lo que digo,
que las escrituras cristianas acepten sus errores.
(En esto: mi hermano Jesús, está conmigo)
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