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Inicio / Cuenteros Locales / Mariette / Brisingamen, el Futuro del Pasado: Capítulo 9.

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Capítulo 9: “Conociéndonos Mejor”.
-Mantén el rumbo-indicó Esperanza.
Arturo cogió la rueda y unos alambres en el intertanto en que la muchacha desaparecía escaleras abajo hacia los aparejos. Se arrimó a la baranda y se sentó al lado de ésta al estilo japonés. Luego revolvió su bolso en busca de su flauta y recargada contra la barandilla inició a tocar. La melodía de New Divide la transportó a su tormentoso primer día de clases, al desgarrador grito de Rosario al ver que la raptaban, a su familia que de seguro no había hecho nada por buscarla, al hombre que había dado su vida por la libertad de la descendiente de Freya, a esa sorpresiva caída en brazos de Arturo, a la prisión y a los flagelos a su dignidad en el Seminario, a la curiosa obtención del Rosa Oscura y al posterior saqueo del Juan Fernández II. A raíz de ésto una sola palabra brotó en su mente dirigida a sí misma: Pirata.
Se quedó pegada mirando hacia el horizonte, el mar chocar contra el casco del bajel. Tantos recuerdos… su vida había tenido un giro radical en apenas un mes. El volumen del sonido de la flauta comenzó a bajar gradualmente hasta silenciarse del todo.
-Tocas bien… ¿Dónde aprendiste a tocar así?-inquirió Arturo irrumpiendo en aquella parte de la cubierta.
Esperanza, completamente tomada por sorpresa, dio un respingo de susto, soltando su morral en el proceso. De más está mencionar que todas las pertenencias de la joven quedaron esparcidas por media cubierta. Ella, al ver lo acaecido con sus cosas, se puso de pié rauda con el morral en la mano a recoger sus pertenencias, ¡qué vergüenza que tan sólo Arturo las viese!
-En la calle. Era músico callejero-dijo apresurada recogiendo sus cosas.
-¡Te ayudo!-dijo Arturo precipitándose tan caballeroso como siempre sobre las cosas de la joven.
Mientras recogía algunas de las pertenencias de la muchacha, el viento arrastró unas fotografías que estaban amarradas en conjunto, pero plastificadas por separado. El chico las cogió y mientras caminaba hacia Esperanza se puso a observar la foto de una chica nada bonita.
-¡Dame eso!-bramó Esperanza, quitándole una carpeta llena de hojas en el acto.
Arturo seguía enfrascado mirando la imagen, así que cedió suavemente en cuanto al archivador.
-¿Quién es la de la foto?-se atrevió al fin a preguntar.
-¡Dame eso!-dijo Esperanza arrebatándole las fotografías.
La chica giró en redondo sobre sus talones y se dirigió a guardar sus preciadas fotografías en el morral, donde estaban seguras de toda mirada ajena a las de ella. A medida que ella apuraba el paso, Arturo la seguía más de prisa.
-¡Vamos, Esperanza! No seas así, no tienes por qué sufrir ni desconfiar de mí-le dijo el muchacho.
Ella aceleró el paso, ya sintiendo que iba a comenzar a llorar a mares.
-¡Esperanza!-reclamó Arturo.
La cogió desde atrás, desde los hombros, ella casi cae. Luego la hizo girar hasta que sus rostros quedaron enfrentados completamente, de lleno. Al joven se le partió el alma ver los ojos llorosos de la muchacha, quizás el tenía un poco de culpa de esa pena…
-¡Déjame sola!-pidió ella comenzando a brasear para desasirse de los fuertes brazos del chico.
-Esperanza, tranquila… tranquila-dijo el chico abrasándola.
La joven comenzó a llorar y con mucha fuerza, lastimeramente. Extrañaba todo su pasado, su vida, su ciudad, sus amigos, todo. Pero, no podía decirse que odiaba su presente. El fantasma de su cruel pasado la perseguía atormentaba y asfixiaba, sin poder salir de esa bóveda, de esa burbuja que no la dejaba avanzar en completa libertad. El llanto se hizo más amargo. Se acurrucó contra el pecho de Arturo, él era su único amigo ahora.
Él comenzó a acariciar la cabeza que se movía en su pecho, convulsionándose ante la salida de cada lágrima. Cuando ella se calmó un poco, se fueron a sentar a los escalones que dividían el castillo de popa del resto de la cubierta.
-¿Puedes contarme?-se animó a preguntar él.
-Claro-.
-¿Quién es la chica de la foto?-inquirió él.
-Rosario, mi mejor amiga-dijo la chica.
-¿La conociste tocando en la calle?-quiso saber el muchacho.
-No, éramos compañeras de la escuela. Ella solía decirme que no trabajase en la calle-confesó Espe.
-Y tu seguías trabajando allí por qué querías-adujo el chico.
-No, al menos no sólo por eso. Mamá, la de esta foto-dijo la chica mostrando la foto.
-¡Por Dios!-exclamó Arturo.
Honestamente, aquella mujer tenía una cara de perro que no se la podía. Enojada siempre, de facciones firmes y mirar cruel. Pobre Esperanza, ella había tenido que vivir con ella, ahora Arturo entendía parte del pasado emocional de la joven… ella estaba acostumbrada a ocultar, a avergonzarse, a creer que todo estaba mal, pues nunca había en quién confiar, o al menos confiar todo el tiempo. Tendría que ganarse su confianza.
-¿Qué hacía tu madre?-inquirió el chico.
-Me mandaba a trabajar, mientras ella se metía a redes sociales con sus amigas o el diablo sepa qué cosas-confesó ella.
-Y tu trabajo era tocar flauta en la calle, debías ganar harto-.
-Depende, pueden darte $10000, como puedes recibir improperios, papeles, o nada-.
-En el último caso te desollaban y en el primero te quitaban todo el dinero-adujo el chico.
-Touché-.
-Y entonces, ¿Por qué aguantabas?-.
-Quería estar viva para ir a la casa de mi hermana mayor, Rosario me estaba ayudando en eso. Me iba a ir de Talca, estaba de esclava ahí… como tú en el Seminario-confesó ella.
-Probablemente hubiese muerto allí, tal como nací, si no hubieses llegado. Lo único que quiero es romper la maldición-.
-A pesar de todo ambos tuvimos suerte, nos topamos a gente de buena calaña en el camino…-.
-Yo te encontré a ti y tú a…-.
-A ti, Arturo. Antes conocí a Ross y mi hermana, pero ahora a ti. Tal como tú a… ¿Conociste a alguien antes que a mí?-inquirió ella.
-Sí, tenía unos amigos que me ayudaban dentro, quizás me estén buscando, aunque lo dudo, ellos apreciaban mucho su libertad. Eran aprendices de sacerdotes. Leíamos la Biblia juntos, predicábamos, comíamos-se largó a reír-. Y luego pedíamos piedad por nuestras corruptas almas ladronas de fruta.
-Como los chicos con los que yo tocaba en la calle-dijo Esperanza en medio de risas.
Se quedaron mirando por la borda, ahora mucho mejores que hace un rato.
-¿Puedes tocar algo, por favor? Lo que sea-pidió el chico.
-Claro, aunque espero no nos hundamos-bromeó ella.
El joven iba a preguntar por qué ella decía eso, cuando empezó a sonar la relajante melodía de “My Heart Will Go On”. Eso respondió a todas y cada una de sus dudas.
Ahora que la chica confiaba en él, o comenzaba a confiar mejor dicho, tenía que apoyarla, pues sabía los motivos de esa desconfianza. Cuando se disponía a auto cuestionar su personalidad, dirigió la vista por la borda hacia el horizonte.
-Esperanza, tierra a la vista, una isla-anunció.
La flauta sonó como si la instrumentista se la estuviese tragando. La chica se sorprendió, había estado pensando tanto en ese joven mientras tocaba, era un gran amigo, uno muy leal, ¿por qué no confiar un poco?
-Si mal no calculo es Chiloé-anunció ella apoyándose en la barandilla.
-¡Hemos llegado, E…!-suspenso.
-Dime Espe, ¿sí?-pidió ella y siguió tocando tan ufana en la baranda, esperando a llegar.

Texto agregado el 18-06-2012, y leído por 187 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
03-07-2012 Desistí savvy? FOGWILL
03-07-2012 Hay que esforzarse para escribir esta bosta, pero aún más para leerla... Debo reconocer que en la segunda línea desistí feucha... FOGWILL
27-06-2012 1* FOGWILL
18-06-2012 ¡Oh, Mariette, pequeña hermana gemela perdida! No puedo creer como me dejaste, realmente... ¡impresionada! ¿Quien iba a pensarlo de Espe? Una joven con mucha valentía y fuerte, que se larga a llorar por su triste pasado. Todos tenemos derecho a descargar todas nuestras tristezas, pero no me lo esperaba de ella. Realmente me encanto, síguela. -AixaMelihah-
18-06-2012 ¡Oh, Mariette, pequeña hermana gemela perdida! No puedo creer como me dejaste, realmente... ¡impresionada! ¿Quien iba a pensarlo de Espe? Una joven con mucha valentía y fuerte, que se larga a llorar por su triste pasado. Todos tenemos derecho a descargar todas nuestras tristezas, pero no me lo esperaba de ella. Realmente me encanto, síguela. -AixaMelihah-
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