Increíble mutación, de un lado a otro se balancea la ciruela y se desploma de nuevo en el suelo, cansada, agitada. Todos la miran desde arriba y no entienden, no comprenden porque se pudre ahí en la esquina y las hormigas enfilan sus garras hacia ella. Pasó de un día para el otro - no - me dicen acá, fue en un lapso de largos años. Le advirtieron que eso del pensar te deja maltrecho, que te arranca los pies de la tierra y alimenta el silencio, si pensaba ella que rodando iba a poder sacudirse el cerebro; ¡NUNCA! le gritaron desde adentro, y la piel se le fue endureciendo, engomando, laminando de un color violáceo. Supura de un tajo, la pulpa recubre la tierra y le da de comer al delirio. ¡Unos bocados más y ya casi que la ocupas toda!”. Entonces así, no de un momento para el otro, así con el tiempo, con las palabas y las ideas, así en ese espacio se fue convirtiendo, echando raíces en su madre tierra; quebrados ya sus huesos sus sentimientos, una mañana no se despertó una cucaracha, o escarabajo, ni siquiera fue repentino, sino que lo venía sabiendo, y aun así anticipada y todo nunca encontró manera de prevenirlo; entonces así se fue desprendiendo de su piel, de su pelo, y fue mutando, transformándose, no en una mariposa, ni en un cascarudo, no, ella se hizo latido. |