A Rolando mi primo del alma

Anteayer.

Hace ya dos horas que estoy frente a la pc, con el Excel abierto, ayudado con papel y lápiz, trato de encontrar entre las noticias de internet como mejor invertir mis magros ahorros en un escenario de inflación en mi país ...
- hmmm... dólar oficial?, no hay, paralelo? hmm caro!, bonos?... no les tengo confianza... pero... a cuanto están cotizando? y el valor histórico?... examino curvas y graficas casi como si buscara allí el sentido de mi vida, mi futuro... y sonó el celular. Molesto por la interrupción lo atiendo.
Del otro lado una voz llorando balbucea, palabras sueltas... "Gustavo... soy yo Chacho.... Rolandito.... accidente... camión de frente... hospital... falleció... avisá a la familia" el llanto le impide continuar y el teléfono se corta.
Me falta el aire, creo que me voy a caer de la silla. Trato de respirar y entender que "camión" me ha atropellado junto a mi querido primo, casi mi hermano de sangre. De pronto me sorprendo llorando sin parar.

Hoy

Ya todo ha pasado, Rolando descansa en paz, es momento de reflexiones.
No temo a mi muerte, soy consciente de la finitud de mi vida. De alguna manera trato de estar preparado y vivir en paz con todos.
He sufrido el dolor físico en carne propia en mi accidentada vida, hasta recientemente he experimentado un infarto y la verdad que el dolor no es para tanto. Si quizás, pensar en mi propia muerte me produce cierta tristeza, y algo así como una mezcla de miedo y curiosidad por ese paso tan trascendental, ultimo e irreversible.
También he vestido los cuerpos de mi abuelo, mi hijo de 12 años y mi padre para el ataúd. Soy consciente que sigo en la lista. Se del dolor del arrebato de la muerte. Deja cicatrices de por vida. Pero, de alguna manera sobre las cicatrices no crecen nervios sensibles. Se aprende mucho del dolor.
Llego a la conclusión de que mi llanto de anteayer no es por Rolando, esta mas allá de mi.
Mi dolor es empatía, por los que lo sufren, ese dolor se cómo se siente, lamentablemente no sé cómo mitigarlo en los demás.
La otra parte es la sorpresa.
La maldita y macabra sorpresa. No elige, "mejor momento", no nos prepara.... golpea sin piedad. Pero es así, todos lo sabemos. Tarde o temprano bajamos la guardia. "No es vida vivir pensando en la muerte", claro. Por eso es allí cuando la maldita pega... dejando trunca la vida de los que quedamos.
No hay recetas ni remedios.
Solo quizás, vivir en paz con todos, no dejar para "más tarde" "arreglar esas cosas" con los que queremos. No escatimar besos, abrazos y palabras de afecto. Elegir vivir lo bueno de la vida, realmente no hay tiempo suficiente para lo malo. Si no hay amor que al menos no haya odio, si no hay felicidad buscar la alegría o al menos sonreír, si no hay paz, tratar de evitar nuevos conflictos y si no hay libertad al menos tratar de elegir.
Se que todo se olvida, yo mismo estaré en unos días, otra vez sumergido en el diario trajinar.
Justamente, y como si fuera una invocación o un conjuro para que la experiencia de esta muerte tan cercana no fuera en vano, hoy lo escribo.
Ojala sirva, pero no soy optimista, no es que no sabemos, simplemente lo olvidamos...