Me sabe a noche la boca.
No a noche de vino ó de carne
ni a noche sola y larga y de oreganeadas sombras.

Es otra esta noche en el cielo de mi boca.
Otra tras mis labios,
medio oculta en el errante post-sabor de un beso.

Como un riachuelo repta sobre mis labios
la noche que te hice mía.
Colibrí que aletea perdido sobre mi paladar y canta tu nombre tan olvidablemente.

~No sé cómo pronunciar tu nombre
cuando la boca me sabe a tu noche
y el recuerdo de tí tira más a olvido.~

Cuando se adueña de mi boca,
me urge pronunciarte.
Quiero nombrarte dulce o amargamente,
pero ya desconozco el sabor de tus sílabas.
Se me ha extraviado como un pez
nervioso tu nombre entre los dientes fríos.
Como en un laberinto de consonantes turbias
y violentas, que abren sus diminutas bocas
de letra como para pronunciarse a sí mismas.

Y por más que insistes, no logro revivir el sabor
de tus labios mintiendo aquel 'te quiero'.

Me sabe a noche la boca.
Sólo a noche,
aunque sea tuya la muy infame,
porque he perdido para siempre el sabor
de tu nombre;

y en el recuerdo tímido
de nosotros siendo 'nosotros',
únicamente logro recobrar
en mi paladar un leve rastro de lo anhelado...
Sólo la levedad de esas lindas cosas.

Lo otro... es un pesado trozo de olvido.