Cuando vemos una multitud de personas alegres y saltarinas, a veces nos ponemos a pensar que todos esos cuerpos algún día estarán inertes y luego se descompondrán. ¿Quién es el siguiente entre todos ellos? ¿Quién es el último?
Tal es el caso de los partidos de fútbol o los conciertos. Ayer reflexionaba acerca de eso. ¿Qué significa ser el primero de tu generación en morir? ¿Es algo que deba avergonzarnos?
Yo diría que ser el primero en morir significa una aceleración de los procesos de la vida, una pronta maduración, incluso putrefacción. Lo cual habla bien del muerto, aunque la mayoría de los sobrevivientes no perderán la oportunidad de enorgullecerse de seguir en este plano, aunque tengan que dejarlo irremediablemente.
Supongo que al morir uno deja de preocuparse por vivir, porque la preocupación en la vida es vivir. Vivir es cualquier cosa que pasa. Hay cosas que no queremos que pasen, pero pasan. Al final da igual, pero por lo pronto queremos ser felices. Resignación al final es lo único. Tienes que aceptar el destino, la muerte, el dolor.
Cuando alguien muere la gente se entusiasma. Cuando alguien cercano se va es como si ya no nos diera tanta pena morir. El otro se fue primero, soy más fuerte que él, pobrecito, yo también voy para allá. Cualquier cosa que pase en la vida no importa porque te vas a morir. Pero mientras vivas será importante porque todos queremos estar bien o al menos en un estado soportable, que es a lo que se aspira casi siempre.
Satisfacciones, insatisfacciones, hay que estar contentos porque todo se va curar con la muerte. Hay que tener fe en la muerte si es segura; si no es segura, también. Pero las horas en el sufrimiento pasan lentas, las horas en el dolor, el arrepentimiento y la estupidez pasan lentas, porque los sueños no se están cumpliendo y la vida simplemente se está yendo, hundiéndonos en la oscuridad sin remedio. Sin saber qué pasa, la energía va desapareciendo, el brillo se termina, a nadie le importa quién fuiste o qué dijiste. Tal vez todo tu dolor y tu perdición los mantuvo entretenidos, y te recordarán por haber sido un comediante involuntario.
Caer y luego levantarse. La vergüenza se vuelve orgullo, porque la vida se termina. Cuando no puedes hacer algo porque no recibiste los dones de dios, debes hacer el ridículo para reprochar así de la existencia, y poder decir: yo hice los mismos méritos que los demás, pero no obtuve nada, y no me importa porque al final voy a morir igual que todos. |