LOA AL VINO

Como me he vuelto borracho
Y el vino me hace muy “macho”
Y en beber pongo el afán,
Haréle un canto a mi amigo,
Que es más sabroso que el trigo,
Aunque con él no hagas pan.
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Él es el animador
De las juergas y jaranas.
Vino: dulce redentor
De este humilde pecador
A quien consuelas y sanas.
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Príncipe de los licores,
Que tienes por nombre “Vino”:
Si alabo tu ser divino,
¿Qué diré de tus sabores,
Suave néctar cristalino?
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Es tu olor, confortativo,
Perfectísimo y tan cierto,
Que, aunque uno esté medio muerto,
Oliéndote, queda vivo,
Esté dormido o despierto.
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Haces tal operación
A cualquiera cuerpo humano,
Que, de triste, queda ufano
Y contento el corazón,
Aunque le tiemble la mano.
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Este príncipe excelente,
Tiene su trono especial
Sobre lo más principal
Del hombre, que es en la frente…
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Desde allí, gobierna y manda
Todos los miembros humanos:
Pies, rodillas, brazos, manos
Y en las coyunturas anda
De los mejores cristianos.
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Son sus entrañas tan buenas
Y de tanta caridad
Que si hay de él, necesidad
Da la sangre de sus venas
Y cura la enfermedad.
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En cualquier parte, le quieren,
En los palacios, le llaman,
En todo el mundo le aman
Y por su gusto se mueren,
Porque con él, bien se encaman.
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Por hombre ruin, reputado
Sea quien no le quiera bien
Y diga conmigo: Amen
El que fuere aficionado
A este gozo del Edén.
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Pues digo, con santo tino,
Con lenguaje cristalino
Que, al que no le guste el Vino,
Es un inmundo cochino
Y el Averno, su destino.
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EMILIO CORONA GARCÍA
3 Junio 2012