tenía un dolor intenso en el estómago, pero soportable... fui al médico más reconocido del lugar… fui a su consultorio que estaba en el centro de la ciudad y en la entrada estaba una gorda de más de sesenta años… le pedí una cita y me dijo que el doctor tenía libre un espacio en ese momento… me hizo pasar… allí estaba un hombre de mediana estatura y de mediana edad, vestido de blanco y unos lentes pasados de moda… noté que tenía unos zapatos negros, bastante gastados y pasados de moda… me fijé en su cara, pues, siempre hago eso, me da como confianza… tenía el cabello chuto y blanco, como el coyote… su cara era pequeñita, su boca era como una herida, una piñizco… su nariz como un pinocho viejo… en fin, era un tipo raro… de pronto, dejó lo que estaba rayando sobre su escritorio y me dijo: “¿sí?”… le dije todo con respecto a mi barriga y algo mas... me escuchó atentamente, luego, me tomó la presión, la temperatura... me hizo respirar, me hizo parar, me dobló en dos para ver mi elasticidad... no hablaba más de lo necesario, como un oficial... miré mi reloj y ya había pasado mas de dos horas... "¿tengo algo malo doctor?", pregunté... el doctor no me respondió si no hasta luego de más de quince minutos... "no tiene nada", dijo parcamente... le dije que aún me dolía el estómago, y que no podía dormir de esa manera... respondió que no tenía nada, pero si quería, que tomara veinte pastillas dos veces al día de xxxx, cada doce horas... me dio la receta, la leí y con esa letra parecida a los cuadros de Dalí, salí del consultorio… pagué la cuenta y ya en la calle, la eché a la basura... no sé por qué, pero, apenas estaba dando unos pasos por la calle, empecé a sentirme mucho mejor... me apreté el estómago, pujé fuerte, salté en un pie y nada... estaba curado, totalmente sanito... miré el quinto piso en donde estaba el consultorio del doctor y vi las luces aún estaban brillando... sonreí y dentro de mí, le di las gracias al extraño doctor...