Era un clásico verla pasar cuando regresaba del trabajo. Todos los muchachos gastando boludamente el tiempo en el café, esperábamos ese momento. No era una mujer, no, más que eso, una sirena, una diosa, ondulante, fresca, sensual . Hubieron varios intentos. Ricardo una vez la esperó, la siguió, la chamuyó, y nada. Pedro, que se había comprado una moto usada pero fantástica, no sé si una Norton, la invitó a cenar y nada. Y así, cada uno. Yo me la tiré de original, y una vez la seguí recitándole poesías de Neruda. Ningún efecto. Y lo consiguió. El imbécil maltrecho de Pablo lo consiguió. Se llegó hasta su casa, le preguntó que le parecía tomar un café con nosotros, que éramos sus admiradores, amigos y... protectores! Nuestra sorpresa al verla llegar con Pablo fue indescriptible. Al fin nos dimos cuenta que Cecilia, así se llamaba, era muy sociable y pasamos un rato divertido. Y está casi por demás decir que Pablito la consiguió(el dijo que esa misma noche pero no le creímos). Y hasta ahora le ha hecho tres hijos al hilo. Y piensa seguir. El muy desgraciado. |