llegaba de mi casa cuando cincuenta muchachos, flacos todos, estaban parados en la puerta de mi local... recordé el aviso para panadero, pero, no pensé que hubiera tantos panaderos, jóvenes y flacos... entré por la puerta del local y saludé a casi todos... hubo silencio... hablé con mi secretaria y le pedí que hiciera pasar a uno por uno de los aspirantes a panaderos... el primero que entró era muy alto, de cabellos negros y casi al ras... puso sus certificados sobre mi escritorio y esperó... cogí y había tantas letras que me dio pereza leerlos... hablamos de varias cosas y lentamente lo llevé hacia el mar de la confianza... me contó la historia mas triste de mi vida... dentro de mí, ya había escuchado o leído ese cuento... le dije que le llamaría y luego, se fue... y así pasé todo el resto del día, hablando con casi todos, pero no pude terminar de atenderlos... recogí todos los certificados y escogí cinco de ellos... llamé a mi secretaria y le pedí que la próxima semana llamara a estos cinco muchachos... salí del local y en la puerta estaba uno de ellos... me saludó, pero no se atrevió a hablarme... entré a mi auto y le vi a través del espejo retrovisor... le miraba y él no soltaba su mirada hacia mí... detuve el auto y le llamé... "sí señor", me dijo... "mañana empiezas", le dije... el muchacho se puso sorprendido y me dijo: "pero papá, si soy tu hijo"... me reí y le dije que subiera al auto... partimos y hablamos, pero esa, esa es otra historia...