Cuento A1 (proyecto editorial)
participan en este texto idaluz con el inicio,musas muertas y rhcastro con el desarrollo, martincruz con el final
Las partes se unieron para formar un todo que facilita la lectura


*Te llamas Angela, y estás agazapada en un rincón. Tu vestido está hecho jirones, lágrimas corren por tus mejillas. Estás asustada, tienes miedo de que él vuelva. No es la primera vez que te golpea con sus fuertes manos. Tienes que reunir el valor suficiente para coger el teléfono y pedir ayuda. Eres fuerte, te dices a ti misma, pero no estas muy convencida de ello. Los golpes no significan nada, son más dañinos los insultos, vejaciones, humillaciones en público, de todo tipo. Te hace sentir como una basura, como si no valieras nada. Te da dónde más te duele. Te conoce a la perfección. No soportas que se meta con tu madre, cosa que siempre hace.
Te levantas poco a poco del suelo. Te duele el costado. La nariz gotea sangre, de un rojo que indica prohibido en tu pensamiento. Prohibido maltratar, prohibido dañar, prohibido pegar, prohibido vejar. El vestido se está manchando con tu propia sangre. No soportas más. Te quitas la ropa para darte una ducha reparadora. El quizás no vuelva, como tantas otras noches que se emborracha hasta quedar dormido.
Ahí está, ha llegado. Sientes como un temblor se apodera de ti. El miedo es cada vez más fuerte. Tiemblas, pero ya es hora de plantarle cara al monstruo.

*Bajo la lluvia caliente que lava tu sangre, adormece tus músculos y embota tu vergüenza, tus recuerdos viajan a un pasado no tan lejano:
Hace solo cinco años lo conociste.
Era el cliente más apuesto del bar donde tu trabajas. Su mirada penetrante, su risa y sobre todo esa sensación de dominio del mundo te impresionó. Sofía, tu compañera fue la primera en notarlo.
- Angela, ya has confundido dos veces el pedido de las mesas, ¿Qué te ocurre?
Ruborizada contestaste - Nada Sofi...- Y luego tomando coraje le preguntaste - ¿Viste al muchacho de campera negra?
- ¿Cual? - pregunto Sofía - ¿El de la moto?... ¿que?, ¿te gusta?
Bajaste la mirada y tu silencio fue respuesta.
- ¡Angela!, ¡estás loca!, mi primo policía me dijo que ya pasó varias noches en la cárcel, ¡ amiga olvídalo!

La ducha te adormece, los recuerdos recorren tu cuerpo como las gotas de agua.
El primer beso ardiente, sus manos buscan tu cuerpo, y tus genitales con torpeza.
- Juan, por favor, basta.
Juan no se detiene, parece poseído, saltan los botones de tu pantalón
- ¡Basta amor!, me haces daño.
Juan respira pesadamente, se detiene unos segundos y te mira con una sonrisa
- ¿Que? ¿ahora la juegas de pura?
Lo empujas con fuerza, no lo reconoces... entonces algo cambia en él.
- Perdón mi amor, no sé que me pasó... no volverá a ocurrir...

La lluvia sigue cayendo, el vapor en la ducha te impide ver, cierras los ojos.

Dolor, sangre, humillación diaria. Los golpes y la vergüenza. El maquillaje para disimular, las preguntas diarias de Sofía. Y lo peor, la soledad que te obliga a convertirte en cómplice, en victima consciente. Esa maldita esperanza de que quizás cambie, de que ese último "no volverá a ocurrir" sea realmente el último.

El agua se interrumpe de pronto. Asustada abres los ojos y ves la mano de Juan sobre la llave de la ducha. Estás desnuda. El, se asoma tras la cortina de baño y te mira sonriente.
*Conoces esa sonrisa, sabes que nada puedes hacer... no debe percibir el miedo, porque lo provoca como a las fieras al ataque. Pides la toalla
con gesto amable y él te abraza, besa... posee ¿Cuánto más?
Te dejas llevar hasta el dormitorio donde peinará tu cabello, volverá a decir lo mucho que te ama.
No recuerdas cuándo y cómo te transformaste en actriz, tu pago fue salvarte todo estos años.

Le besas mientras piensas como salir
de ese atolladero. El plan debe ser perfecto. Estás cansada, te sientes pequeña, eres pequeña… Demasiado pequeña para enfrentar una situación peligrosa.

Duerme profundo. Le observas... Dice que matará a tus padres si intentas dejarle… Pero después te ama, vuelve a comenzar ¡No podrás hacerlo una vez más!
Procuras no hacer ruido y arrastras pausada por la recamara… Recorres el pasillo en la oscuridad y con sigilo llegas a la cocina, te tiemblan las piernas, sudan las manos... Ya no importa si lo logras o no, de cualquier manera estás en el límite.

*Eliges un afilado cuchillo… pero no, sería una muerte demasiada rápida, te dices.
Vuelves tras tus pasos y descuelgas la maza de beisbol que tienes colgada en la pared de living: “Naranjeros de Hermosillo - XLIX campeonato 2006-2007- Hermosillo, Sonora, México”. Repasas el escrito y recuerdas la apasionante final con los “Venados de Mazatlán” de Sinaloa a los que vencieron por dos carreras.

Él duerme sereno, boca arriba. El primer golpe lo descargas con violencia sobre su cara.
Golpeas las piernas, abdomen, torso, los brazos y las manos.
No sabes cómo… pero intenta o crees que intenta incorporase y con un último golpe de maza vuelves a batear su cabeza.
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Ángela Martínez Castro, ciudadana mexicana nacida en Sonara el dos de octubre de mil novecientos ochenta, hija de Carlos Martínez y Ángela Castro, argentinos, exilados políticos desde mil novecientos setentaisiete. Radicada en Buenos Aires desde el dos mil ocho. Actualmente vives sola en un pequeño departamento en la calle Pinzón 324 del barrio de la Boca y alternas tu avanzada carrera de sociología con un trabajo de camarera en un bar de Puerto Madero.

Esto es lo que has declarado la noche del veintiocho de julio, cuando apareciste con una maza de beisbol ensangrentada entre tus manos en la comisaria 24 de la Policía Federal Argentina en estado de shock emocional. Tu morbosa relación con Juan fue confirmada por dos testigos, no presentes en el lugar del hecho: Sofía Aguirre, tu amiga, y el cabo primero de la Policía Federal, Pedro Aguirre, primo hermano de Sofía.

-Soy el abogado Carlos Andrés Torres y, a partir de este momento tu asesor legal. Pertenezco a la Dirección de fortalecimiento de la sociedad civil del Gobierno de la Ciudad.
Te encuentras en el refugio Azucena Villaflor para mujeres que han padecido violencia. Aquí serás alojada, asistida y protegida por profesionales del centro de voluntariado que pertenece a la misma Dirección, hasta tu total recuperación psicofísica.

Ha transcurrido una semana y ahora que te encuentras bien, debes saber que Juan no murió. Ya fuera de peligro, está internado en el reparto de traumatología de una conocida clínica privada de la ciudad, reponiéndose de fracturas múltiples en todo el cuerpo.
Aún no hizo declaraciones a la policía ni al periodismo, tampoco podrá hacerlas por un tiempo, debido a la imposibilidad de hablar por la rotura de sus maxilares.

También debes saber que a la mañana siguiente del hecho, se presentó en la comisaría 24 el padre de la víctima, un conocido y prestigioso funcionario de la Capital Federal con aspiraciones a una banca en el Senado de la Nación, a denunciar el desgraciado accidente en motocicleta de su hijo Juan, en la calle Pinzón, a metros de la comisaría. A altas horas de la madrugada y sin testigos oculares.

La maza de beisbol desapareció, se supone que por equivocación de algún agente...

Y... te aconsejo seguir el futbol, el beisbol es un deporte que en manos de una mujer, puede transformarse en peligroso.

Sin decir una palabra, Ángela responde al abogado con una enorme sonrisa.