- ¡Mami, mami! ¿Me contás un cuento?
- Sí, mi amor, pero después a dormir, ¿eh?
- Contame ese de cuando los dioses se enojaron...
La madre no pudo evitar sonreir: era increible que siendo tan chiquito tuviese tal memoria. Perdida toda objetividad para con su amado vástago, comenzó el cuento:
- Nuestros mayores, los gigantes, los titanes, los reyes del mundo vivían tranquilos, dominando el universo como siempre lo habían hecho desde el principio de los tiempos.
Pero un día, por razones desconocidas, comenzaron ciertas prácticas muy feas... Algunos no creyentes pretenden explicarlo hoy como "sucesos naturales", falta de alimento, cambios del clima, pero quienes creemos en algo (como debe ser), sabemos bien que todo fue una prueba de los dioses... una prueba que no supimos superar.
Los dioses, enojados con nosotros, nos enviaron el merecido castigo: fuego del cielo, fuego de las entrañas de la tierra, murallas de agua de los océanos que arrasaban inmensos territorios, terribles tormentas, y una noche que se volvió casi eterna.
Pero en su compasión infinita, los dioses se apiadaron, y le regalaron la vida a unos pocos de nosotros, que volviendo a adorarlos, repoblamos la tierra, y vamos en camino de dominarla nuevamente...
A todo esto, su pequeño ya estaba dormido... ella lo abrazó tiernamente y se quedó dormida junto a él.
Lamentablemente, fue el último cuento que pudo contarle a su hijo, el pollito: ese mismo dia la mamá gallina pasó a formar parte de un caldo concentrado, cuya marca no me dejan mencionar aquí... |