tenía muchos problemas, pero... quién no los tiene... recordé a Zorba el griego... "la vida son problemas, sólo la muerte es la salida"... no estaba tan de acuerdo, pero sus palabras estaban llenas de poesía y ese sentimiento que se trasmite cuando uno busca la paz... como decía, estaba lleno de problemas, así que fui al ministerio de la solución... llevé todos mis problemas escritos sobre papel... un hombre sentado en un escritorio, escribía sobre su PC sin parar... tan solo cuando llegué se detuvo... le expuse mis problemas, mostrándolos sobre los cientos de papeles... "llene este formulario, por favor", me dijo... eran como doce hojas, todas llenas de pequeñas letras... no tenía ganas de leerlas todas, así que las llené y llené hasta terminarlas... el hombre seguía pegado a su PC... le dije que ya había terminado... cogió los formularios y me invitó a pasar a través de una puerta... apenas pasé vi a otro hombre sentado en otro escritorio, mas grande que el anterior con una PC mas sofisticada... tenía una bella pantalla... el hombre vestía mejor que el anterior... con todos mis papeles le dije los mismo que al hombre anterior... y, sin mirarme, me entregó mas formularios a llenar... a regañadientes los volvía llenar, sin leer, y, apenas terminé, se los entregué... "pasé por la puerta", me dijo... pasé y en este otro lugar habían cinco mujeres, todas muy elegantes, el piso era alfombrado y de fondo se escuchaba música ambiental... me acerqué a una de ellas y todas me miraron... luego de escucharme, todas la mismo tiempo me dijeron que debería llenar otros formularios... cada una me dio mas y mas formularios y yo, pacientemente, los llené... cuando terminé casi todas ellas habían salido, tan solo quedó una de ellas... le entregué todos los formularios y luego, ella me dijo que pasara a la siguiente puerta... pasé y vi a un hombre viejo, paseándose de un lado a otro, como si buscara la solución de su vida... no sabía qué decir... pero el hombre al verme se detuvo y me miró con gran alegría... me cogió de las manos y me llevó a un elegante y cómodo sillón... me senté y le expliqué mis problemas, le hablé de lo extraño que era esto de llenar formularios y pasar por puertas y puertas... el hombre sonrió y me puso la mano en mi boca, como pidiéndome que callara... "ya regreso", me dijo... fue caminando hasta llegar a un enorme escritorio ubicado en una de las grandes esquinas de esta oficina... casi desapareció y luego de un rato, salió... tenía en sus manos muchas hojas... "llénalo", me dijo con voz autoritaria... lo empecé a llenar y llenar, sin leer, y llenar y llenar hasta que sentí que pasaban las horas y horas, parecía que los días pasaban, las noches, los meses y yo seguía allí, llenando y llenando formularios... de pronto, apenas terminé, el viejo había desaparecido... me puse a caminar por todo el salón... me senté en el sillón, busqué el hermoso escritorio y me senté en la silla... cerré los ojos y quedé dormido... cuando los abrí no tenía nada, tan solo estaba sentado en un bello escritorio, lleno de formularios y de todo para comer... me reí y cuando estaba por pararme, escuché que alguien entraba... era un jovenete, tenía el rostro de tener muchos problemas... le pedí que se sentara y me puse a escucharlo, luego, le entregué una ruma de formularios y le dije: "llénalos"... |