Francisco Neiosh, era una persona muy atareada, sufría de grandes depresiones, tenia muchos problemas laborales y familiares. Llevaba muchos años sin poder dormir más de 3 o 4 horas diarias, cada día se encontraba más consumido.
Un día singular en la vida monótona de Francisco, se dirigió a una estación de servicio, para cargar combustible a su auto.
-Lléneme el tanque por favor- dijo Francisco, a un joven que atendía el lugar.
-¡A sus ordenes señor!- le respondió.
Mientras el chico cargaba el combustible, Francisco se dirigió a un pequeño bar que había enfrente, para comprar unas aspirinas, ya que tenia una enorme jaqueca, debido a su estrés y los problemas laborales que había tenido el día anterior.
Entro a un pequeño bar, que era atendido por una persona, llamada Jorge Verel, ya se conocían hacia unos meses y de vez en cuando charlaban, pero hoy, no tenia mucho tiempo así que, le pidió una caja de aspirinas, le dio 5 pesos.
Jorge los tomo y le dio de vuelto un billete de 2 pesos y le entrego en una bolsita la caja de aspirinas.
Francisco se despidió de Jorge y salió por la puerta.
Se subió a su auto, que ya se encontraba con el tanque lleno, saludo al joven y siguió la ruta hacia su trabajo, una cuadra antes de llegar, se topo con el semáforo en rojo, mientras esperaba a que se pusiera en verde, tomo el billete de 2 pesos y lo observo, al mirarlo detenidamente, noto que alguien le había escrito algo. Se puso un par de lentes que tenia que utilizar para leer y leyó detenidamente lo que decía. El billete decía: "El que posea este billete va a tener suerte". Francisco esbozo una sonrisa y pensó: "Si claro, como si esto fuera a ser así."
Al llegar a su trabajo, el jefe lo llamo. Francisco se dirigió con una cara larga, pensando que otra vez se había pinchado algún negocio, pero se encontró con algo muy diferente. Se había concretado unos negocios con unos empresarios austriacos, que habían quedado muy impresionados con el trabajo de él. Este negocio significaba una gran suma de dinero para la empresa, razón por la cual, el jefe le otorgo un cheque como recompensa por el esfuerzo realizado. Francisco no lo podía creer, porque además de eso, le había dado el día libre.
Bajo por el ascensor, al llegar a planta baja, llamo a su esposa y le contó todo lo que había sucedido, la esposa se alegro mucho, con esa plata que le habían dado como recompensa, podría pagar la deuda que tenia Francisco con un prestador.
Regreso a su auto, y se dirigió a la casa. En el camino, se topo con un loco que había cruzado en rojo a alta velocidad y choco, el auto de Francisco había quedado destruido, por suerte a él no le había sucedido nada y al otro conductor tampoco.
El conductor del otro auto le pidió disculpas, era un hombre alto y muy flaco, de tez blanca y de ojos azules como el invierno. Arreglaron el tema de los papeles por el tema del seguro. El otro conductor le pregunto nuevamente si se encontraba bien, ya que su auto había quedado destrozado y era casi un milagro que haya salido sin un rasguño. Francisco le dijo que estaba bien y que volvería a su casa.
Tomo un taxi que lo llevo a su hogar, al regresar se encontró con toda su familia muy alegre, saludándolo y felicitándolo por el logro obtenido. Francisco muy contento saludo a todos, tomo un cafe y se fue a recostar. Al acostarse sobre aquella cama rectangular y de sabanas blancas se durmió profundamente y consiguió la paz que no había conseguido en mucho tiempo.
Al cabo de 5 horas, las esposa fue al cuarto y Francisco yacía muerto sobre su lecho con un billete de 2 pesos en su mano.
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