La palabra nuestra me produce esa cercanía que sólo el amor puede producir. Hablar de nuestras cosas es en cierto modo, sentirte mío. Eso es lo que me acerca a ti y te hace mío y yo tuya. Por eso cada semana te pregunto por el cactus que tienes en tu escritorio, ese cactus que planté para ti, para reemplazar al que se murió por exceso de agua, las semanas que estuviste de vacaciones. Ese cactus que crece fuerte y que es nuestro. Me fascina como lo acaricias a pesar de sus espinas, y es como si me acariciaras a mí. Me sorprenden esas letras que pintaste en su base, y que mi imaginación interpreta como mis iniciales. Ese cactus es esa vida que me haces sentir, es ese néctar que alimenta mi alma, es este loco amor que siento. Nuestro el momento en que me miraste y tocaste mi alma, nuestra cada sonrisa cómplice que me ofrecen tus labios, nuestro cada detalle que tienes para mí. Puedes acaso imaginar lo que significas para mí, que soy capaz de renunciar a mi libertad, tan amada, sólo para oírte decir una vez que soy tuya, que me amas como yo a ti y que quieres este mundo mío, como nuestro mundo, solamente oírte decir nuestro, tal como lo siento en mi corazón. |