Un día horrible desperté y descubrí que había muerto, las horas fueron pasando y no podía asumir que mi cuerpo y mi alma estaban separados. Las horas pasaron lentas, fui de viaje por las calles de mi ciudad para buscar respuesta, nadie me miro, me hablo, o dio sonrisa alguna; pronto todo se volvió un poco oscuro y triste. La lluvia y la neblina poblaron este mundo nuevo, raro y aterrador. Pronto busque a mis amigos, no hubo respuesta alguna ninguno me miro, escucho a sintió mi presencia. Con el pasar de las horas, me desesperé solo quería llorar y la angustia sofocaba mi corazón, tenia tanto miedo.
Fui y me senté a llorar un rato, pero el suelo no se mojaba más que por la lluvia que corría aquel día; pronto quise morir, pero como una estaca al corazón recordé que ya estaba muerta. Camine horas y kilómetros alrededor de la ciudad, cargando con la gran pena de que ya no vería más a los que amaba, de pronto me mire en un espejo, toque mi rostro y descubrí que estaba viva… desde ese momento decidí suicidarme …