Otra vez apareces riéndote, con la mirada ennegrecida de presagios. Me miras y los dedos de tus ojos resbalan por mi cuello. Después, tu espalda y las huellas que vas dejando mojadas en el suelo, en mi último pensamiento, cada noche, antes de apagar la luz y darle siete vueltas a la llave del altillo donde mi cordura te condena.
Texto agregado el 05-06-2012, y leído por 150
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Lectores Opinan
05-06-2012
De verás que escribes muy bien, me encantó**** senoraosa
05-06-2012
a veces hay que dejar de lado la cordura... seroma