Cuando le encomendaron el trabajo, penso que no lo podría hacer, un periodista de renombre como él, se sentía inseguro.
No todos los días Dios le pide que haga una nota sobre una fiesta milenaria que se celebra en el infierno. Después de muchos años, volvían a elegir al representante más fiel a los mandamientos de Lucifer en la Tierra.
En oportunidades pasadas, los galardonados fueron Hittler, el petizo Orejudo, un asesino serial con un nombre muy complicada para recordar y muchos, pero muchos más.
Esta vez , era importante, pués el comite decidió elegir un mortal del tercer mundo, de un país alejado y agraciado, Argentina, y como él nació allí, vivió y murio, Dios pensó que otro mejor que él , no había para cubrir el evento.
Y me lance a conocer la historía y me propuse cubrir todos los detalles de la fiesta. Por esa razón decidí asistir a la ceremonia donde elegían al mortal que más crimenes cargaba en su mochila. El propuesto, un general Argentino, sobrio, hasta discreto, llamado Videla. Sin lugar a dudas, el preferido por todos.
Entre gritos, y chistes, uno de los integrantes, mostró una foto , donde el general comulgaba, manso se entregaba al sacerdote que lo miraba con una debil sonrisa. Las miradas hablaban.
-Ese hombre, no puede representarnos, es una mancha en su historial. Los presentes quedaron en silencio.
Hasta que alguien, una mujer, creo, preguntó - Quién es el sacerdote ?
Rapidamente, buscaron su curricullum, - Siempre apoyo al regimen, fué fiel y supo encontrar un atajo que le permitiera
justificar los más horrendos actos, hasta lo puso a Dios de su lado, bueno esa era la impresión que causaba con sus largas omilias.
Como una jugada al destino, en pocas horas, el elegido cambió. Y la fiesta volvió a tener brillo e identidad propia.
Un sacerdote de un país lejano, sería recibido cuando llegará al infierno con los premios y honores que ningún mortal podría imaginarse.
Cubrí cada detalle del evento. Y cuando consideré que mi trabajo había finalizado, regresé al cielo.
Sentado, con la mirada perdida, ya conocía la noticia. Ni el canto dulce de los angeles pudieron calmarlo.
Miraba la foto del cura en silencio. -Padre, que piensa ?- Es una jugada sucia.
Me contestó, sin dudar,- Si, es una jugada sucia, pero nuevamente, ese país, o al menos algún integrante de él, vuelve a sorprenderme, se levantó y mientrás en el infierno los festejos no cesaban, Dios escondía su dolor y verguenza, en voz baja lo escuche balbucear. - Ay Argentina, Argentina.
Mientrás tanto en el infierno, el curita llegó feliz con las manos manchadas de sangre, prometiendo dar una omilía inolvidable. Aún hoy muchos comentan que Dios lloró , una tarde gris y plomiza.
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