Tiré mi moneda al pozo y pedí mi deseo, me alejé y miré a ese vagabundo sacarla, ahí mi deseo “que esta moneda me haga sonreír” se cumplió.

Inmediatamente después me di media vuelta, no quise presenciar cómo el vagabundo malgastaría esa moneda porque eso me habría hecho enfadar y mi propósito nunca fue ése.

Continué mi camino hacia el trabajo, con una sonrisa en la cara. A punto estaba de subir al camión cuando me di cuenta que me faltaba dinero para completar el pasaje, pensé: -si no hubiera tirado esa moneda al pozo, tendría para el camión. Me molesté conmigo mismo, regresé corriendo al pozo y ahí seguía el vagabundo, le pedí cordialmente que me regresara la moneda, se negó, forcejeamos, lo golpeé, me golpeó, lo tiré al piso y fue ahí cuando me di cuenta que antes de desear sonreír, justo antes, había deseado descargar mi ira contra alguien, sólo por eso que mi esposa me había contado la noche anterior, sobre ella y ese hombre de su trabajo, ustedes saben…