Junto al rio Orinoco me senté y llore,
Llore recordando a Sefarad.
La tierra de mis ancestros perdidos, perdidos sin remedio,
entre ceniza y excremento y escupitajos católicos.
Oh la bella Tierra, Oh la señora de las provincias,
Como descendió a ser la tributaria y la esparcida!
Mi Erenzia acabada y traspasada.
El trabajo de mis padres y de mis vecinos ahora es humo.
Medio milenio después mis hermanos no me conocen,
mis señas parecen perdidas como pasos en la oscuridad.
Y mientras trato de recordar los sonidos del laud en Sukkot,
Khurduba me recuerda las pasadas glorias.
Ay de Ámsterdam, Ay del Chocó, Ay de Salónica, Ay de la Sierra Madre!
Ay del Humerio entre sambenitos!
Ay de mi, que he perdido todo!
Ay de Cuba, Ay de la Pampa!
Mi desarraigada tristeza eleva un Kadish.