En este momento y lugar, erigida sobre el asfalto enlodado y dañado que hace una remembranza de mi situación cardiaca, me veo compelida a trazar 180 grados físicos hacía el sur e iniciar con el zapato del pie derecho el surco que conducirá a mi norte… mi nuevo destino estelar.

En mis bolsillos no albergo palabra alguna, éstos se resumen a una abertura en mi vestimenta que no contienen más que el vacío de tus palabras, las que siempre esperé sonantes y cantantes como el romper de las olas en el mar, intempestivo y magnífico, tal como mis tímpanos soñaron alguna vez recibir el impacto de tus inexistentes estrofas de amor, que aunque torpes y burdas habrían dado aliento a mi sentimiento desmayado.



Desde el momento que até el silencio a mi garganta, te heredé la mirada de adiós y dibujé mi espalda en tus ojos atónitos de mi indiferencia hipócrita, emprendí el camino que de seguro conduce a mi correcta morada.

Con la vista perdida, no reparo el ancho del camino por el que inicialmente arrastro los pies, bien dicen que la primera marca en el camino es la más fuerte, te aseguro que no la sentí, ya que deshecha de dolor la dibujé en el fango de tanto recuerdo. He escuchado de antiguas charlas que el tramo del desamor es engañoso por sus trucos de alucinación y terror, pero no importa si me resbalo o me empujo con uñas y dientes para continuar el sendero que aunque espinado o suave algún día rogará por mi perdón.



No entiendo tu preocupación, tan vaga, innecesaria y atemporal, acaso ¿No conociste a quien ves dar marcha avante? Repentinamente la desgracia te traerá noticias de mis nuevas conquistas, y te describirá la hermosura de mi rostro adornada con bellos vestidos que acentuarán mi figura; lamentablemente otros me lucirán como tu nunca imaginaste siquiera poder y radiante con la sonrisa de la victoria final ostentaré haber vencido al desamor, pues habré desenmascarado al animal disfrazado de ángel que dijo llamarse amor pero simplemente fue orgullo y traición.



Y para tu futuro, solo para no dejarte un desperdicio, te aconsejo que cuando te toque transitar por esta avenida que se titula desventura y en el cruce de la decepción que llevan al desamor, aprendas a agachar la cabeza, aunque será inútil, ya que al pasar dejé encendida la luz de la estrella más grande que tiene por mandato encandilar tu vista y quemar tus ojos, como venganza del encanto que en ellos se alberga, ya que mienten y estorban la libertad de quien cae en ellos. No te lo dejo para tu mal, te lo aseguro, estoy siendo benevolente y haciéndote un gran favor, pues a tú reclamas a gritos la desgracia para ganar la humildad de corazón.



No me queda más que seguir en silencio con billones de pensamientos en mis transmisores nerviosos que juntos podrían encender las luces de toda una gran ciudad, pero me marcho con la mayor satisfacción que sobrepasa el Everest y es el de haber decidido dejarte a ti para SER YO.