Lo más importante
Paco jugaba en su habitación un entretenido videojuego, cuando escuchó a su madre llamándolo. “Seguro quiere bañarme”, pensó enfurruñado mientras seguía jugando. En ese momento su madre entró y sin darle oportunidad, le apagó la televisión.
–Hora del baño –dijo mientras sacaba un cambio de ropa limpia y le arrojaba una toalla.
–Mamáaaa –la miró suplicante. Nada. Debía cambiar de táctica, pensó. Poner ojitos de “Bambi”, definitivamente no servía.
–Hace dos horas que te pedí que te bañaras, mira que sucias tienes las orejas. ¿Alguna vez vas a recoger tu cuarto?
Pero Paco pensaba diferente. ¿Por qué bañarse a diario, si volvería a ensuciarse? ¿Para qué guardar sus juguetes, si los sacaría otra vez? No era justo. Paco seguía enojado una hora más tarde, cuando estaba acostado y listo para dormir.
–¡Odio bañarme! –Exclamó, y lo repitió esperando que todos lo escucharan –lo odio, lo odio, lo odio… Ojala no fuera niño para no bañarme nunca.
–Concedido. –Asustado, Paco vio una extraña ave que lo miraba fijamente desde el marco de la ventana. –Me llevaré gustosamente tu cuerpo –le dijo el ave. -Sólo deja que encuentre en donde ponerte.
El pájaro voló por su habitación y un instante después, le arrojaba algo del cesto de basura –Seguro que en esto te sentirás muy bien.
Una luz brillante lo envolvió, claramente advirtió como todo a su alrededor se hacía más grande. No. No se agrandó. Él se había encogido y lo peor era que se había convertido en un niño de papel
¡De papel!
Reconocía el arrugado papel de estraza en el que estaba envuelto el sándwich que guardó desde la escuela. Tenía una mancha de aguacate en su pecho y mayonesa en las piernas. De pronto, el viento que entró por la ventana, lo arrojó por el aire. Paco estaba volando sin control por su habitación, hasta que aterrizó girando bajo el tocador.
–Buena la hiciste –escuchó que decían. Se incorporó lo más rápido que pudo y se encontró con su gata Monse, que lo miraba sonriente.
Paco la miró un instante y de súbito, comenzó a llorar. Monse le habló suavemente tratando de consolarlo. Debía tranquilizarse y salir a buscar su cuerpo. Ella sabía en donde encontrarlo y con gusto le ayudaría.
–No llores –le dijo la gatita –Recuerda que estás hecho de papel y con tus lágrimas, acabaras remojado. El ave está un nido en el árbol del patio. Debemos subir a buscar la piedra en la que te guardó.
–¿Para qué quiere mi cuerpo? –preguntó Paco
–No es una ave común –contestó. -Es el mago Uly que viene de vez en cuando a llevarse cosas que los humanos no quieren. Como escuchó que no querías ser niño, se llevó tu cuerpo.
Paco estaba muy arrepentido. “No quiero ir por el mundo oliendo a mayonesa con aguacate”. Así se lo dijo a Monse que lo invitó a montar en ella para subir.
–Debemos llevarle tres regalos para convencerlo de que te vuelva a la normalidad. –Explicó la gatita.
Monse y Paco llegaron hasta el árbol y comenzaron el ascenso. En el camino, recogieron varias cosas que necesitarían para contrarrestar el hechizo del mago Uly. Visitaron a Anita la arañita, que les obsequió un carrete de hilo de seda, luego con Gustavito el canarito, que cooperó con fina corteza del árbol y por último, con Marisol la mariposa, que les regaló un pétalo de rosa.
Más tarde, Paco y Monse, llegaron al nido. El mago Uly, jugaba arrojando la piedrita de Paco al aire y volviéndola a atrapar con su pico.
–Mago Uly –dijo Paco extendiendo sus bracitos de papel. –Devuélveme mi cuerpo por favor.
–¿Tu cuerpo? –Lo miró curioso con sus ojitos brillantes –Tú dijiste que no querías ser niño para no bañarte. Es más, estaba seguro que te gustaría tu nueva apariencia, porque ya estás sucio y no puedes mojarte.
–Pero me equivoqué. Quiero volver a ser niño.
–¿Entonces estás arrepentido? –Paco asintió tratando de contener las lágrimas.
–Bueno… No quiero que digan que el mago Uly se queda con cosas que los humanos necesitan. Eso sería robar y yo nunca lo he hecho. Pero necesitaré algunas cosas.
Monse le entregó al mago todo lo que recogieron en el camino y el brujo Uly le dijo a Paco.
–Recuerda que debes cuidar lo más importante que tienes: tus cosas, tu familia y a ti mismo. Promételo.
–Lo prometo.
En seguida le dio la piedrita a Paco y colocó las cosas que recolectaron encima de la piedrita mientras decía:

Pedacito de corteza
para volver a ser niño
de pies a cabeza.

Seda de Anita la araña
para amarrar la promesa de Paquito
y no diga otra patraña.

El perfume de un pétalo de rosa
para recordar que mi mami
me quiere por encima de cualquier cosa.

Entonces, el mago agitó fuertemente sus alas y Paco salió volando del nido hacia la ventana de su cuarto. Su cuerpo crecía y se inflaba como globo y para cuando cayó sobre su cama, de nuevo era un niño normal.
Al día siguiente, la mamá de Paco entró a su habitación para levantarlo y que fuera a la escuela. Gran sorpresa se llevó cuando vio su habitación aseada y a Paco bañado y vestido.
–Mami –abrazándola por la cintura, le dijo –Te quiero mucho.
–Yo también cariño –lo besó suavemente en la frente.
Desde ese día, Paco se comportó diferente. Cuidaba de su apariencia y ayudaba en casa. Su mamá estaba muy orgullosa de él y Paco se sentía el niño más feliz del mundo. Nunca olvidó la promesa al Mago Uly y la ayuda que recibió. De vez en cuando dejaba algún objeto en su ventana y regalaba a Monse una rica lata de atún, para agradecerles lo que habían hecho por él.

Fin