¡Manolete, te tengo una sorpresa!–Le dijo entusiasmado Careta a su inseparable amigo-. Me he levantado una hembra, que cuando tú la veas te dará envidia.
A mi tu no me sorprendes con nada,-le respondió Manolete- cada vez que tú me vienes con una de esas yo sé que es un gancho.
Esta vez tú me darás la razón. Mira, esta noche vamos a ir a su casa, tal vez aparezca una para ti, y quiero que me acompañes al sancocho de ciguas que cacé esta mañana en el campo de Cesar buche e` lechosa.
Está bien, solo espero no arrepentirme como siempre.
Salieron ambos amigos como habían planeado a las ocho de la noche, con una funda repleta de sazones, víveres y ciguas plataneras.
Melosa, la hembra de Careta, lo esperaba con una cerveza bien fría en la mano, mientras los hacía pasar al patio donde llameaba un fogón con un gran cardero.
Mi sueño dorado, ¿qué vamos a beber? – le preguntó Careta a su hembra, mientras le amasaba las nalgas.
Yo estoy bebiendo cerveza, si ustedes quieren, yo les voy a comprar lo que quieran beber. Como yo se que a ti te gusta cocinar, ve poniendo a guisar las ciguas y cuídame al muchacho que lo dejé en la cuna.
Vete tranquila, que cuando tú vengas ya eso va a estar jerviendo.
Las once de la noche eran y su sueño dorado no había aparecido aun.
Manolete, -dijo Careta- mira a ver si encuentras a esa mujer por el colmado, mientras yo me quedo aquí cuidando este muchacho tan llorón. Ya no sequé hacer.
Te lo dije Careta, siempre caes en un gancho.
Manolete salió en dirección al colmado, y allí en la esquina pudo descubrir que la Melosa se había ido con un antiguo novio que tenia y con el que acostumbraba a salir.
Bueno yo me voy, - se dijo Manolete.- Esto no me lo calo yo. Siempre se lo he dicho a Careta y él vuelve y vuelve a caer.
El día sorprendió a Careta, soplando al muchacho que aun lloraba bañado en sudor.
Momentos después aparecía Melosa borracha, chocando con el umbral de la puerta y cayendo redonda al suelo, -mientras preguntaba,- ¿dónde está el sancocho? ! Tengo una maldita hambre...
Que bárbara eres, ve cógelo tú misma que aun está en el fogón.
¿Pero qué diablos? –decía Melosa mientras se sacaba un pedazo de jabón de la boca.
¿Qué pensabas, que iba a dejar las cosas así? Dile al chulo que tú tienes que te cocine y te cuide al maldito muchacho. Y salió bandiao maldiciendo, y diciendo como siempre, que esa sería la última vez que pasaría de pariguayo.
Pariguayo: No está en ningún diccionario, pero los Dominicanos lo definen como el mote ideal para el tonto, idiota, estúpido, bobo, lento, sonso, poco inteligente, pasado de moda, desabrido, de poca importancia, poco relevante, apagado, distraído, ido y un montón de etcéteras.
La palabra pariguayo es sin duda la que define la manera de ser de un "tipo" que lleva la de perder siempre.
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